"Esta nación no debería existir.
Sin embargo, como ya comprobé, aún está aquí, un hecho que me queda difícil comprender.
Por otro lado, yo estoy aquí también, y eso tampoco lo puedo entender".
Quien nos habla es Adolfo Hitler, poco después de despertar en un campo, bajo el cielo azul con una que otra nube, un día de 2011, en Alemania.
Por los diarios, se entera de qué fecha es y lo que está pasando, lo que lo deja estupefacto.
Y no está contento.
La guerra... perdida; el partido nazi... extinto; y una mujer dirige su amada patria.
Decide entonces retomar el control, sólo que esta vez su camino a la supremacía pasa por el estrellato en televisión y la fama en internet.
A medida que aumenta la popularidad de sus diatribas contra la política y los extranjeros, crece su poder.
Imaginándose qué pasaría si Hitler estuviera vivo, el autor Timur Vermes ha cautivado con su obra "Ha vuelto" a más de millón y medio de alemanes desde su publicación en 2012.
Su provocativa sátira estuvo en la cima de los libros más leídos durante 20 semanas en Alemania y ha sido traducido a más de 40 idiomas.
Su triunfo causó cierta sorpresa, dada la indiferencia inicial de la crítica y los comentarios poco favorables que recibió su obra después.
Y, ahora, vuelve a estar en boca de muchos por el estreno de la película que no sólo se basa en esa novela cómica, sino que además sacó a Hitler a pasear por las calles alemanas 70 años después de su muerte.
Y eso reveló un aspecto menos divertido de la Alemania de hoy.
Humor en alemán
En su autobiografía, Chaplin dijo que si hubiera estado enterado de la verdad de los horrores de los campos de concentración, no habría podido hacer la película.
No es, por supuesto, la primera vez que el Führer es objeto de risas; películas como "El Gran Dictador", de Charlie Chaplin, y "Los productores", de Mel Brooks son apenas dos de varias.
Y en Reino Unido hay una larga tradición de burlarse de quien fue el gran enemigo por tantos años.
Sin embargo, aunque en Alemania no amaina la fascinación por su pasado nazi y su líder, no lo ha examinado a través del humor tanto como otros.
Eso a pesar de que uno de los primeros libros que se publicaron en la Alemania de la posguerra fue una compilación de chistes sobre los nazis, que buscaba mostrar que algunos alemanes se rebelaban contra ellos, así fuera susurrando.
Y, en el año de la fundación de la Alemania moderna (1949), los berlineses occidentales se divertían con el show del escritor satírico Günter Neumann "Yo fui el bigote de Hitler". Reírse de Hitler, en ese entonces, era una forma de mostrar que estabas del lado de los buenos.
Pero en los años 60, la crítica, no sólo contra el Führer sino contra la generación que votó por él, se hizo más dura, y el espacio para la comedia se estrechó.
Aunque no desapareció. Entonces, ¿trajo algo nuevo Vermes?
Reírse con él
Además de ponerle en frente un espejo a nuestra sociedad, valiéndose del mecanismo de catapultar a un extraño que se ve obligado a descubrirla, Vermes resaltó que, en este caso, "no nos estamos riendo de Hitler, nos estamos riendo con él, y notamos la diferencia", según le dijo a The New York Times.
"Nos da una sensación escalofriante".
Para el autor, al rehusarse a presentar a Hitler como un demonio, su novela fuerza al lector a considerar por qué tantos alemanes lo ayudaron, y a preguntarse si ellos habrían hecho lo mismo.
¿Te habría seducido su encanto? ¿Habrías estado de acuerdo con algunas de sus ideas políticas? No todas eran abominables.
"Parte del éxito del libro es que te sorprende que alguien como Hitler puede ser de alguna manera atractivo. Hay casos en los que uno piensa que quizás tiene razón", le dijo Vermes al diario Stuttgarter Nachrichten.
Al Führer "tratamos primero de no mencionarlo, luego lo volvimos un monstruo. Después, nos burlamos de él. Este es el siguiente paso".
Y cuando el equipo de filmación de la versión de "Ha vuelto" para el cine dio otro paso más en esa dirección, el humor tomó un tono más oscuro.
De la página a las calles
Imagínate la escena: Adolfo Hitler pasa por la Puerta de Brandeburgo, quizás el lugar más famoso de Berlín.
El lugar está repleto de turistas con sus teléfonos y palos para autofotos o selfies que, apenas lo ven, pierden su interés por el histórico monumento y se van como moscas a la miel a fotografiarse con el tristemente célebre personaje.
Al salir a la calle, además de ser una atracción turística, se convirtió como un agente provocador.
"La gente se apeñuscó a mi alrededor", le contó Oliver Masucci, el actor que interpreta al Führer, al diario The Guardian. "Una me dijo que me amaba y me pidió que la abrazara. Otro, para mi alivio, me empezó a golpear. Y una negra me dijo que yo le daba miedo".
Pero durante la filmación a lo largo y ancho de Alemania, la respuesta tendió a ser menos variada: "La gente se olvidaba de las cámaras y empezaban a hablarle al hombre (Hitler), a sincerarse con él", contó Masucci.
Según el director David Wnendt, sus viajes revelaron "un profundo descontento en la población, con gente de todas las clases sociales demostrando que están en contra de los extranjeros y le temen a la islamización".
Por ello, no les extrañó el surgimiento del movimiento antimusulmán Pegida, que contó con decenas de miles de personas en sus demostraciones hace unos meses.
"No nos sorprendió que salieran a las calles. Tenemos en cámara a esa clase media que está inclinándose hacia la derecha", le dijo Masucci al canal alemán ARD.
Historia incompleta
La visión contrasta con las imágenes recientes de alemanes recibiendo a refugiados con los brazos abiertos en la estación central de Múnich y otros lugares del país, lo que resalta el feroz debate en el que está imbuido el país para definir si la llegada en masa de estos extranjeros es una oportunidad o una amenaza.
Así que "Ha vuelto" ya no es sólo cosa de risa: parece haber llegado en un momento muy oportuno para contribuir a la discusión.
Por supuesto que una película no es un estudio sociológico y que la realidad siempre tiene muchas caras pero tras ver la película, el semanario Die Zeit concluyó que siete décadas más tarde, Hitler ejerce una atracción perdurable para todos los alemanes.
"El público alemán (que aparece) en este filme acompaña a Hitler como a alguien que domina la escena... él encarna una historia que sigue incompleta".