AFP

A tres semanas de que el Senado vote un proyecto de legalización del aborto en Argentina, ya aprobado por la Cámara de Diputados, partidarios y detractores de la propuesta despliegan sus últimos esfuerzos en una carrera frenética por convencer a los parlamentarios.

Al frente de la campaña a favor del aborto legal, seguro y gratuito hay un grupo de mujeres de diversas generaciones que elaboraron el proyecto de ley ya aprobado con modificaciones en el primer debate.

En contra se levanta la Iglesia católica, de gran influencia en la clase política y ascendencia en la población, y grupos de otros credos religiosos.

Elsa Schvartzman, de 67 años, es miembro fundadora de la campaña por el derecho al aborto legal en Argentina. Socióloga y docente de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, tiene dos hijos y tres nietos.

El obispo de La Plata, Alberto Bochatey, de 62 años, es el delegado de la Conferencia Episcopal para el diálogo con el Congreso en este tema. Es licenciado en Teología Moral en Roma y tiene un máster en Bioética.

Los dos respondieron las preguntas de la AFP sobre la propuesta de legalización del aborto hasta la semana 14 de gestación, que de aprobarse convertiría a Argentina en el tercer país de América Latina que lo autoriza, después de Cuba y Uruguay.

- ¿De qué derechos se habla? -

El debate parte a la sociedad y una señal de ello fue la votación en la Cámara de Diputados: 129 a favor, 125 en contra y una abstención. En las discusiones, la palabra "derechos" abunda, sea referida "a las mujeres" o al "niño por nacer".

"Es un tema de derechos humanos, justicia social y salud pública. Estamos hablando de muertes evitables de mujeres, de salud pública de mujeres, también de niños y niñas que quedan sin su mamá. Hablamos de los derechos de tener una vida digna, autonomía, de poder elegir en libertad. Y es un asunto de justicia social porque no es lo mismo un aborto para quienes lo pueden pagar y para quienes no", dice Schvartzman.

Bochatey sostiene, en cambio, que "tenemos el quinto mandamiento que dice 'no matarás'. La Iglesia ha cuidado al más pobre, débil, vulnerable, al niño por nacer. No se puede justificar por ley la eliminación de vidas humanas. En el siglo XXI no podemos negar estudios de embriología y genética. Hay vida antes del parto. Casi nunca ha habido mujeres presas por aborto. Proponemos que la pena no sea un punitorio de cárcel o de gran castigo".

- El debate -

El debate sobre el aborto ha sido de los más ricos que se han dado en el parlamento, con jornadas completas de intervenciones de especialistas y activistas. Las discusiones se han replicado en escuelas, universidades, lugares de trabajo e incluso entre desconocidos que se interpelan o se solidarizan en la calle.

"Uno de los objetivos de la campaña era trabajar en el cambio cultural. Hemos logrado mucho, lo que llamamos la despenalización social, hemos logrado que se hable del aborto, que se discuta, está en la calle, dejó de ser tabú, dejó de ser estigmatizante. En este momento es ineludible", refiere Schvartzman.

Bochatey, sin embargo, cuestiona la legitimidad del debate. "¿Es un delito o es un derecho? Los grupos abortistas dicen que es un derecho. Eliminar una vida humana muchos decimos que es un delito. No puedo debatir si puedo o no cometer un delito, no sería un debate democrático".

- Agresiones -

Desde que comenzó el debate, se han multiplicado las manifestaciones. Los grupos a favor del aborto se identifican con un pañuelo verde, los que están en contra con uno celeste. Pero surgen también denuncias de ataques, intimidaciones y amenazas. 

Incluso, se viralizó un video de niñas y niños de una escuela católica marchando a paso militar, todos con pañuelos celeste, filmado durante un acto del día de la Independencia.

"Ha habido personas agredidas físicamente, locales partidarios vandalizados, en otros han escrito en las veredas o en el frente. Hay compañeras que han sido atacadas por llevar el pañuelo verde. Hay situaciones gravísimas en las redes sociales", señala Schvartzman.

Pero Bochatey replica y asegura que "en la Iglesia institucional ningún obispo ha amenazado con nada a nadie y menos con la excomunión. Hay grupos ciudadanos de todos los colores. Si hay alguien que agredió y nos pintó las iglesias o la Catedral han sido los grupos proaborto".

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