Grupos de presos se amotinaron el sábado y subieron a los techos de cárceles argentinas en demanda de permisos para recibir visitas en medio de la pandemia del coronavirus, comprobaron periodistas de la AFP.
Las protestas generaron tensión, pero por el momento no hay reportes sobre incidentes graves, heridos o enfrentamientos, en un país donde el COVID-19 lleva causadas más de 30.000 muertes y casi 1.160.000 contagios.
Las medidas sanitarias en los establecimientos penales incluyen la prohibición de visitas presenciales de familiares, aunque se espera para las próximas semanas que regresen en forma paulatina, según medios de prensa locales.
Las protestas tuvieron como escenario los penales de las localidades de Melchor Romero, Florencio Varela, Campana y San Martín, todos ellos a más de 50 km de Buenos Aires, informaron a la prensa fuentes del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), citadas por la agencia estatal Télam.
Las autoridades registraron sólo incidentes menores y tomas temporarias de rehenes, aunque el gobierno de la provincia de Buenos Aires anunció que están en marcha gestiones para poner fin a las protestas con la promesa de prontos permisos de visitas.
Los sistemas de aislamiento en todo el país eran estrictos en los primeros tres meses, pero paso a paso se han flexibilizado hasta ser restablecida la casi totalidad de las actividades comerciales e industriales.
Aún siguen prohibidos los espectáculos públicos y las reuniones masivas, en tanto que los servicios de transporte están limitados a trabajadores esenciales.
Por ahora los reclusos están autorizados a usar teléfonos celulares y realizar videollamadas con familiares, según el SPB.
La tasa de mortalidad del COVID-19 en Argentina es de 2,7%, pero su nivel se eleva en las cárceles a 3,4%, según un informe de la humanitaria Comisión Provincial contra la Tortura.