Parece lógico que la gente quiera huir de un lugar en guerra, pero en Alepo oriental, Siria, hay personas que quieren quedarse.
Al menos 250.000 habitantes de esta parte de la ciudad quedaron atrapados allí desde que fuerzas progubernamentales cercaron la zona en julio, para combatir a los rebeldes que la invadieron desde 2012.
Se dice que las condiciones son espantosas y la destrucción ocurre a gran escala.
Los lectores dijeron a la BBC que querían saber por qué había personas viviendo allí todavía, así que se lo preguntamos a los mismos residentes, a través de Facebook y WhatsApp.
Pero, ¿quiénes viven en Alepo?
Antes de que empezara la guerra en Siria, en 2011, Alepo era el centro económico del país y tenía una población estimada de dos millones de personas.
Cerca de un millón de personas viven ahora en el oeste, relativamente más seguro.
Pero los del este viven en condiciones terribles. El jefe de asuntos humanitario de Naciones Unidas, Stephen O'Brien, describió recientemente el área como "el vértice del horror".
Los alimentos y el combustible se están agotando y la infraestructura básica y la atención médica han desaparecido.
¿Por qué la gente no huyó de Alepo?
La razón principal por la que la gente no se va es que se han quedado atrapados, nos dijeron.
"Algunas personas se fueron antes del asedio, ahora nadie puede irse", dice Mohammed, un profesor de fonética de 31 años en la universidad local.
La gente debe tener cuidado de no usar sus baterías de teléfono porque hay solamente algunas horas de la electricidad cada día. Sin embargo, todavía pueden enviar mensajes al mundo exterior.
El doctor Ossama, de 32 años, es uno de los 30 médicos que quedan y atienden a la población de 250.000 habitantes de Alepo oriental.
"No hay comida, no hay electricidad, no hay agua limpia, no hay caminos para salir de Alepo. La situación general es muy peligrosa, cada segundo puedes ser blanco de bombardeos o de francotiradores", cuenta el médico.
Fatemah, de 26 años, profesora, dice que nunca esperó que ocurriera el asedio.
"Toda mi familia se fue a Egipto y Turquía hace tres años. Yo me quedé porque quería terminar mis estudios de derecho en la Universidad de Alepo", cuenta la joven.
"No nos imaginábamos que el régimen nos tendría bajo asedio. Antes había comida y medicinas y nos habíamos acostumbrado al bombardeo, pero ahora es más peligroso", agrega.
Algunos en Alepo oriental señalan que huir de sus hogares y convertirse en refugiados sería una empresa enorme, aunque no los atraparan.
Fatemah explica que una razón muy importante por la que la gente se queda es que son muy pobres. "No tienen dinero para alquilar una casa en otro lugar o para comprar comida, ni para salir de Siria a Turquía u otro país", dice.
El gobierno sirio y sus aliados rusos han abierto "corredores humanitarios" periódicamente para que los civiles abandonen el país. Pero los residentes de Alepo oriental son escépticos ante la seguridad de estas rutas.
"Si estuvieras con tu familia, y un ladrón viniera y matara a tu hijo e hija, y luego, después de 10 días, te dice 'ven a hospedarte en mi casa', ¿confiarías en él?", pregunta Abdulkafi, que enseña inglés en la universidad.
"El presidente Assad y los rusos matan civiles y ahora dicen 'vengan'. ¿Cómo podemos hacer eso? Preferimos comer las hojas de los árboles antes que ir", asegura este profesor, quien ha vivido en Alepo durante tres años.
Antes del levantamiento, Abdulkafi vivía en una ciudad diferente, en la que asistió a manifestaciones contra el presidente Assad.
"Me acusaron y huí a Alepo. El régimen nos considera a todos terroristas. Vamos a morir defendiéndonos. No soy soldado, pero lucharé hasta la muerte", agrega.
"Esta es mi tierra"
Todas las personas con las que hablamos también nos dijeron que continuarían en Alepo porque era su hogar.
"Alepo es mi vida y mi patria, ¿cómo podría dejarla?", se pregunta Fatemah.
Mohamed agrega: "Assad quiere que nos echen. Pero esta es nuestra tierra y nos pertenece. La gente quiere mantener sus casas".
"Mi esposa está embarazada de siete meses y es muy peligroso. Ella está realmente asustada y teme que cada día sea el último de nuestras vidas. Su único deseo es vivir para ver a nuestro bebé recién nacido", explica el profesor de fonética.
E Ismail, un voluntario para los Cascos Blancos, un grupo civil sirio que rescata a las víctimas de sitios bombardeados, dice que él nunca se irá.
"Me quedo porque es mi tierra y mi ciudad, es mi hogar. No tenemos nada para comer, nos quedaremos sin pan y combustible en un mes. Pero no estamos pidiendo comida, queremos libertad y justicia social. Nuestra esperanza es que el asedio acabe", afirma.
"Mucha gente preferiría morir en Alepo antes que dejarla", opina el doctor Ossama. "Si salimos de Alepo, perderemos nuestra casa y nuestra casa es nuestra vida... y el régimen y los rusos ganarán".
Entrevistamos a Abdulkafi mientras enseñaba inglés a unos niños. Le preguntó a Hamad, un chico de su clase, si se marcharía.
"No, por supuesto que no me iré", respondió el menor. "He vivido aquí y me quedaré, esta es mi tierra".
Como las otras personas con las que hablamos, Abdulkafi, que tiene una hija de ocho meses, se quedará en Alepo, pase lo que pase.
"El peligro está en todas partes, pero la libertad no. La gente se queda aquí porque primero pedimos libertad, no podemos irnos".
"La sangre de los niños que murieron no nos perdonaría. La gente que sufre ahora no nos perdonaría: ser libre es más precioso que cualquier cosa en la tierra".