Tony Blair se convirtió en primer ministro de Reino Unido en 1997 cuando el Partido Laborista ganó de manera aplastante, la mayor victoria en su historia en las elecciones generales.
Durante su mandato logró niveles de popularidad que muy pocos gobernantes habían visto antes. Y por primera vez consiguió que el laborismo obtuviera tres triunfos electorales consecutivos, para estar al frente del gobierno durante diez años.
Blair también fue recibido fervorosamente más allá de las fronteras de su país. En América Latina, como impulsor del concepto de la Tercera Vía -que algunos resumen como una opción alternativa entre el capitalismo y el socialismo- varios líderes le abrieron las puertas, incluidos Brasil, Chile, Uruguay y Colombia. El presidente de este último, Juan Manuel Santos, escribió un libro en cuya redacción participó Blair: "La Tercera Vía: Una Alternativa para Colombia" (1999).
Hoy, sin embargo, Blair goza de una de las más bajas estimaciones que ha tenido un exgobernante británico, tanto dentro de su partido como en el país.
Anthony Seldon (*), biógrafo del ex primer ministro, reflexiona para la BBC sobre su impopularidad:
El veredicto de la historia para los primeros ministros que dejan su cargo es un tema sumamente disputado, pero en tiempos modernos muy pocos han sido sujetos a tanta hostilidad como Tony Blair.
Después de su controvertido gobierno, que terminó en mayo de 2007, Blair se ha ganado un postgobierno aún más controvertido.
Necesitamos examinar ambos, el gobierno y lo que siguió, para entender por qué es el ex primer ministro más denigrado desde 1945.
Blair se convirtió en líder laborista en julio de 1994 y se propuso "modernizar" el partido para que abrazara -en lugar de rechazar- el capitalismo. Y buscó liderar en el interés de todo el país y no sólo de la clase trabajadora y los sindicatos.
Cuando el laborismo llegó al poder después de cuatro derrotas electorales consecutivas (1979, 1983, 1987 y 1992), la fórmula de Blair demostró ser extraordinariamente exitosa.
Agenda reformista
Blair ganó las elecciones generales en mayo de 1997, con una victoria aplastante frente el desacreditado gobierno conservador. Venció, otra vez de forma abrumadora, en 2001, y nuevamente, aunque con una pequeña mayoría, en 2006.
Ningún líder laborista en la historia había obtenido antes tres victorias electorales consecutivas.
Por eso, hubiera sido de esperar que el Partido Laborista venerara a Blair como su mayor recurso electoral. Pero lo cierto es todo lo contrario.
Muchos dentro del partido lo vilipendian y cada vez cuenta con menos seguidores entre la nueva generación de parlamentarios laboristas que rechazan tanto a Blair como la forma en que trató de deshacerse de los elementos de izquierda en el partido.
Blair fue más exitoso como un líder de partido que ganó elecciones que como un primer ministro gobernante.
El cumplimiento de su agenda de reformas moderada se vio obstaculizada durante varios años debido a la antipatía de su ministro de Hacienda, Gordon Brown, quien cada vez resintió más a Blair y deseaba que saliera del número 10 de Downing Street (la residencia oficial del jefe del gobierno británico) para que él pudiera ocuparla.
Esto dio lugar a la lucha que caracterizó la década de 1997 a 2007, entre los "Blairistas" y los "Brownistas".
El primero se ubicaba en la centro derecha del partido, el segundo en la centro izquierda. Muchos simpatizantes laboristas no pudieron perdonar a estos dos hombres por lo que vieron como permitir que la acrimonia personal destruyera la mejor oportunidad de una generación para avanzar en la causa de la clase trabajadora.
Guerra de Irak
Blair comenzó con mucho apoyo tanto en la derecha como en la izquierda de la política británica, aunque su aparente fracaso para controlar la inmigración eventualmente provocó la ira de la derecha.
Fue la política exterior de Blair, sin embargo, la que produciría la mayor controversia de su gobierno, que incluyó protestas en Londres y en todo el país.
Su apoyo para el presidente de Estados Unidos George W. Bush en la invasión a Irak en marzo de 2003 fue la decisión de política exterior más disputada de un primer ministro británico desde que Anthony Eden ordenó a las tropas británicas invadir Egipto en 1956.
La forma como se tomó la decisión de Blair fue sumamente disputada, incluida la interrogación sobre si había engañado al país al presentar su caso para involucrar a los militares británicos.
Quizás se le hubiera perdonado si la invasión dirigida por Estados Unidos hubiera sido un éxito, pero su fracaso espectacular para lograr la paz en Irak condujo a muchos años de recriminaciones.
Blair, irónicamente, gozó de un período de gobierno más exitoso en sus últimos años en Downing Street, cuando aprendió, tal como él mismo lo admitió, a administrar el cargo.
Pero la sucesión de Brown como primer ministro en mayo de 2007 no pudo calmar la ansiedad que lo rodeaba.
Así comienza la segunda parte de nuestra historia: el postgobierno.
Blair delineó una propuesta muy ambiciosa para su vida después de Downing Street.
Se convirtió en "enviado para Medio Oriente" de la ONU y trabajó para llevar la paz al conflicto árabe-israelí.
También tenía planes ambiciosos para África, para ayudar a las religiones del mundo a entenderse entre sí y una lista de otras causas.
Esto fue un programa admirable, que debía haberle ganado aprobación y no oprobio.
El hecho es que casi una década después de dejar el gobierno, el prestigio público de Blair es incluso más bajo.
La falta de progreso palpable en Medio oriente, en África y en las religiones del mundo, no puede explicar por sí misma la hostilidad.
Más bien, han sido sus contactos con regímenes e individuos de moralidad cuestionable, sus actividades para ganar dinero y sus hogares, todos los cuales se han difundido regularmente por una prensa sospechosa, los que han causado el daño.
Miembros del Partido Laborista no pueden entender por qué era necesario para su exlíder hacer tanto dinero y viajar por el mundo en aviones privados.
Aquí se ve un obvio contraste con Brown, cuyos años desde que dejó Downing Street en mayo de 2010 han estado caracterizados por una vida modesta marcada por la circunspección, junto a muy bien juzgadas intervenciones, como la que ocurrió en los días finales de la campaña del referendo por la independencia de Escocia en septiembre de 2014.
La popularidad de Blair se mantiene más alta fuera de Reino Unido, especialmente en Estados Unidos.
Quizás transcurra algún tiempo antes de que la reputación de este antiguo gigante de la política mundial comience a levantarse nuevamente.
* Sir Anthony Seldon es director del Colegio de Wellington y vicecanciller de la Universidad de Buckingham. Es un notable historiador en temas de política, ha escrito biografías de John Major, Gordon Brown y Tony Blair y en estos momentos trabaja en la biografía oficial de David Cameron.