Las personas que sufren COVID-19 de manera grave tienen respuestas antivirales notablemente reducidas en la nasofaringe, que es donde se produce el primer encuentro entre el organismo y el SARS-CoV-2, señala un estudio que publica Cell.

La primera respuesta en la zona de la boca y la narizayuda a determinar si una persona sufrirá la enfermedad de manera grave o leve, sugiere una investigación realizada por el Hospital Infantil de Boston, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y el Centro Médico de la Universidad de Misisipi.

La respuesta no estaría en la sangre

"Por qué algunas personas enferman más que otras ha sido uno de los aspectos más desconcertantes de este virus desde el principio", destacó José Ordovás-Montañés, del Hospital Infantil de Boston y uno de los autores del estudio.

"Muchos estudios que buscan predictores de riesgo han buscado firmas en la sangre, pero la sangre puede no ser realmente el lugar adecuado para buscar", agregó.

COVID-19 leve vs. COVID-19 grave: el estudio

El equipo obtuvo muestras de los hisopos nasales de 35 adultos enfermos entre abril y septiembre de 2020, que iban desde levemente sintomáticos hasta críticos, además de 17 sujetos de control y seis pacientes intubados, pero que no tenían COVID-19.

Para obtener una imagen detallada de lo que ocurre en la nasofaringe, secuenciaron el ARN de cada célula y en cada hisopo había una media de 562 células.

Los datos del ARN permitieron al equipo determinar qué células estaban presentes, cuáles contenían ARN del virus –un indicio de infección– y qué genes activaban y desactivaban en respuesta a este.

Las células epiteliales que recubren la nariz y la garganta sufren importantes cambios en presencia del SARS-CoV-2, indica el estudio.

Al comparar los hisopos nasofaríngeos de pacientes con diversos grados de enfermedad, el equipo vio que en los de leve a moderada las células epiteliales mostraron una mayor activación de los genes relacionados con las respuestas antivirales, especialmente los estimulados por el interferón de tipo I, una alarma muy temprana que moviliza el sistema inmunitario en general.

En las personas con COVID-19 grave, que requería ventilación mecánica, las respuestas antivirales estaban "notablemente atenuadas" y, en particular, sus células epiteliales presentaban una respuesta débil al interferón, a pesar de albergar grandes cantidades de virus.

Además, sus hisopos tenían un mayor número de macrófagos y otras células inmunitarias que potencian las respuestas inflamatorias.

Respuesta menor de interferón 

"Todas las personas con COVID-19 grave tenían una respuesta de interferón menor desde el principio en sus células epiteliales y nunca fueron capaces de aumentar la defensa", explicó Ordovás-Montañés en un comunicado.

Por ello, consideró que "disponer de la cantidad correcta de interferón en el momento adecuado podría ser el quid de la cuestión para hacer frente al SARS-CoV-2 y a otros virus".

El equipo quiere ahora investigar la causa de la débil respuesta del interferón en la nasofaringe y explorar la posibilidad de aumentar su respuesta en personas con infecciones tempranas por covid-19, quizás con un aerosol o gotas nasales. 

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