Ante la llegada en pocos días de más de un millón de refugiados que huyen de la agresión rusa en Ucrania, muchos polacos como Nicolas Kusiak, un administrador de 27 años, se movilizaron para ofrecerles ayuda.

Voluntarios, autoridades, organizaciones humanitarias, profesionales y empresas, además de la numerosa población ucraniana radicada en Polonia, les brindan lo esencial: un lugar donde descansar en sus casas.

Y sobre todo calor humano a los niños y mujeres traumatizados que debieron dejar en Ucrania a sus padres y maridos, movilizados para defender su país.

"Aquí teníamos médicos de Israel y de Francia, yo les ayudo, soy su traductor porque entiendo un poco de ucraniano", contó Kusiak, de 27 años, instalado desde hace cuatro días cerca del puesto fronterizo de Medyka.

Polaco nacido en Francia, Kusiak es un gerente de eventos que habla cuatro lenguas y decidió servir de traductor para evitar malos entendidos con los extranjeros, después de ver en internet videos xenofóbicos que alertaban de la entrada de árabes y africanos.

Aportó también carpas, generadores, calentadores y alimento, después buscó organizar la coordinación entre la policía, médicos, bomberos que brindan transporte y los voluntarios que reparten sopa caliente.

La movilización por los refugiados es general, se la ve por ejemplo en la estación central de Cracovia, por donde pasan cientos de refugiados.

"Nuestro punto de acogida está lleno y tenemos mucha gente todo el tiempo", contó a AFP la voluntaria Anna Lach. 

"Tenemos un local en el subsuelo que está siempre lleno y es por eso que otras personas aguardan aquí para ver si pueden quedarse a pasar la noche", agregó.

Otra voluntaria, Maja Mazur, agregó que "tenemos más sitios en la ciudad donde ellos pueden quedarse. Ellos pueden permanecer uno o dos días antes de mudarse. Nosotros les ofrecemos alguna bebida, algo caliente, algo de comer y un sitio donde pueden dormir".

Ciertos refugiados quieren continuar de una vez su viaje al oeste de Europa, impulsados por sus recuerdos traumáticos y sufriendo por la separación de sus seres queridos.

"Yo vine de Járkov con mi familia, con mis dos hijos y mis padres", contó Anna Gimpelson, una arquitecta.

"Mi marido quedó en Leópolis porque aún puede servir en el ejército y no puede salir del país. Nuestra ciudad vive momentos realmente terribles. Tenemos bombas por todas partes y la casa de nuestros vecinos ya no existe", agrega.

"Llevamos tres días de viaje y ahora vamos a casa de un amigo en Düsseldorf (Alemania). Puede ser que pasemos algo de tiempo allá mientras pensamos en qué hacer", comentó.

El gobierno polaco anticipa que el flujo de refugiados continuará.

"Preparar la infraestructura para estar listos para recibir una nueva ola de refugiados sin saber cuál será su tamaño, ese es nuestro principal desafío hoy en día", comentó el domingo el ministro sin cartera Michal Dworczyk, jefe de gabinete del primer ministro.

La ONU anunció el domingo que el total de personas que ha salido de Ucrania en busca de refugio superó los 1,5 millones. Dos tercios de ese total ingresó a Polonia.

Por su parte, la rama polaca de Amnistía Internacional pidió en Facebook no olvidar a los refugiados de Oriente Medio, sirios y yemeníes, bloqueados en la frontera con Bielorrusia, y alertó sobre "la enorme injusticia" por el trato desigual de extranjeros en función de su nacionalidad.

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