Una insospechada consecuencia ha tenido el confinamiento, a raíz del combate contra el coronavirus, en un suburbiuo de Auckland, Nueva Zelanda.
El país que dio por "superada" la crisis sanitaria generada por el COVID-19 ahora se pone en alerta luego que vecinos de un barrio de la capital económica del país acusaran estar siendo invadidos por decenas de pollos y gallinas salvajes.
Se trata de los residentes de Titirangi, donde viven aproximadamente más de 4 mil personas que, al levantarse las cuarentenas, se percataron de la amplia presencia de pollos en las calles.
"Han hecho resurgir antiguas rencillas y divisiones en el barrio", dijo el representante de la comunidad, Greg Presland, que acusa tener una quincena de las aves repartidas en los 50 metros cuadrados de su casa.
Según consigna The Guardian, algunos vecinos dicen que esta problemática es "algo salido de una película de Stephen King".
La presencia de las aves ha provocado problemas de índole doméstica, pues hacen mucho ruido y son catalogadas como una plaga de ratas "del tamaño de gatos".
Eso, además, se suma a los daños que provocan a las raíces de los árboles kauri, una especie nativa de Nueva Zelanda que está en peligro de extinción.
De momento, los residentes buscan dar solución a esta plaga sin hacerle daño a los animales. Aunque también se están elaborando planes para capturar a las aves y meterlas en granjas o en una industria avícola.
Presland, además, señaló que erradicar a estas aves de Titirangi sería ideal, pero mientras los locatarios sigan dándoles de comer, probablemente la llegada y presencia de éstos no paren.