AFP

Pekín despertó este domingo en medio de una espesa niebla tóxica, con una concentración de partículas nocivas 20 veces superior a las normas internacionales, sumando así un nuevo episodio de contaminación.

                     

Después de soportar varios días de polución en diciembre, la capital china estaba este 1 de enero de nuevo cubierta por una densa bruma grisácea, que limitaba la visibilidad a unos pocos de cientos de metros y desprendía un olor agrio.

En medio de esta tupida capa, los carteles luminosos en lo alto de los rascacielos parecían flotar en el vacío y algunos turistas visitaban la Torre del tambor, un monumento emblemático del casco histórico de Pekín, protegiéndose con mascarillas, constató la AFP.

La concentración de partículas de 2,5 micrones de diámetro (PM 2,5) son extremadamente peligrosas debido a que penetran profundamente en los pulmones superaron el domingo por la mañana los 500 microgramos por m3, según los registros de la embajada de Estados Unidos publicados en la página web aqicn.org.

    

Se trata de un nivel muy superior a los 25 microgramos por m3 durante una exposición de 24 horas aconsejados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Esta contaminación atmosférica se debe principalmente a la combustión de carbón utilizado para la calefacción y la producción de electricidad, cuya demanda aumenta durante el invierno.

Desde el jueves, la capital está en "alerta naranja" por contaminación, un nivel que conlleva medidas como la prohibición de la circulación de los vehículos más contaminantes y la reducción de la actividad de algunas fábricas.

Entre el 16 y el 21 de diciembre sin embargo Pekín al igual que cerca de otras 30 grandes ciudades en el norte de China,  estuvo seis días en "alerta roja", el máximo nivel.

Este nivel, que se activa cuando un episodio grave de contaminación puede durar más de 72 horas, implica el cierre de las escuelas, el cese de la producción industrial, la circulación de forma alternada e incluso la interrupción de las obras de construcción.

                                

Ganas de llorar

En las redes sociales, los internautas de Pekín volvían a expresar su desesperación.

"¿Por qué no activaron la alerta roja? ¿Quedaría mal hacerlo en el primer día del año?", se quejó un usuario de la plataforma de microblogs Weibo.

"En la avenida Chang'an (junto a la plaza de Tiananmén), me pasé dos semáforos en rojo porque no los vi, tengo ganas de llorar, tengo los ánimos por los suelos", se lamentaba otro internauta.

En total, 24 metrópolis chinas estaban en "alerta roja" el viernes y el sábado, en el norte y el este del país, pero la mayoría de ellas dejaron de estarlo el domingo, salvo varios distritos de Shijiazhuang.

En esta ciudad, capital de la provincia de Hebei, donde se encuentran numerosas industrias pesadas, los aparatos de registro de contaminación llegaron literalmente al límite, al marcar una concentración de partículas 2,5 superior a los 1.000 microgramos/m3, es decir, 40 veces el nivel máximo de la OMS. 

Según las previsiones meteorológicas oficiales, la nube de contaminación actual tendría que "disiparse de forma progresiva" a partir del 5 de enero gracias a una corriente de aire frío.

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