AFP
Bajo el sol inclemente de Brasilia un reducido pero combativo grupo de partidarios de la presidenta Dilma Rousseff afirma estar en "lucha" contra su destitución, aunque reconoce que parece ser una batalla perdida.
A un costado del estadio mundialista Mané Garrincha se reúnen unos 200 manifestantes, reflejo de la fuerza que ha perdido el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula y Rousseff, uno de los actores más emblemáticos de la izquierda latinoamericana que hoy está en un momento complejo.
Este caluroso domingo participan de un "acto contra el golpe" que, según ellos, orquestó la derecha para terminar con los más de 13 años del PT en el poder e instalar en su lugar a un gobierno "de las élites".
Llevan banderas de movimientos sociales y políticos y muchos tienen estampado en sus camisetas el rostro de Rousseff de cuando era una joven guerrillera que combatía la dictadura militar (1964-85).
"¡Todos mañana con mucho coraje a apoyar a Dilma!", proclama desde el escenario uno de los oradores de este acto en la víspera de que Rousseff presente en el Congreso su propio alegato ante los senadores que la acusan.
"No podemos permitir que se desconozcan las elecciones de 2014 cuando Dilma fue elegida", afirma a la AFP Ricardo Machado, trabajador y sindicalista bancario de 55 años.
"Esto no significa que no tengamos críticas contra el PT o Dilma, pero el momento ahora es de lucha y de apoyo", insiste este hombre que viste una camiseta de un color rojo furioso.
En el recinto del estadio se ha montado un campamento para recibir al menos a unos 2.500 manifestantes que deben comenzar a llegar a partir de la noche de este domingo, un número muy pequeño en comparación a movilizaciones anteriores.
Hay banderas y carteles que proclaman "Dilma es nuestra presidenta" y "¡Fuera Temer!", dirigidos al ahora presidente interino Michel Temer, que asumió el poder el mayo cuando Rousseff fue suspendida de su cargo.
Las palabras que más suenan entre los adherentes a Rousseff son "golpe", "lucha" y "resistencia". Es lo que dice Carolina Modesto, simpatizante "de toda una vida" del PT, quien asistió al acto junto a su madre.
"Todo este proceso ha sido de una violencia enorme contra la democracia y está muy bien construido. No sé si a esta altura podamos revertirlo, pero yo voy a estar apoyando hasta el final", comenta Carolina, asistente social de 38 años.
Mañana será otro día
La tarde del domingo, en la monumental Explanada de los Ministerios en el corazón de Brasilia, otro pequeño grupo de un centenar de personas se manifestaba en favor de la mandataria.
Para este lunes se convocaron manifestaciones frente al Congreso en apoyo de Rousseff, que debe llegar al recinto hacia las 11H30 GMT para una sesión histórica. El objetivo es seguir la votación final que debe ocurrir entre martes y miércoles.
Primera mujer presidente de Brasil, Rousseff fue elegida en 2010 para suceder a su mentor político Luiz Inacio Lula da Silva, quien la acompañará este lunes en el Congreso junto a otros invitados.
Poco después de la reelección de Dilma al frente de Brasil, masivas protestas comenzaron a pedir su caída a la par que tomaba fuerza en el Congreso un movimiento para destituirla. El proceso ha tenido varios hitos desde diciembre, cuando se inició oficialmente, y hoy está en su fase final.
Muchos de los adherentes a Rousseff ya se ven en la oposición y creen que las cosas podrán revertirse.
El trabajador petrolero Simao Zanardi de 52 años es uno de ellos: "Si finalmente se consuma el golpe trataremos de reunir fuerzas para resistir".
Y también Carolina Modesto.
"La lucha sigue y siempre podemos pensar que mañana será otro día", dice y argumenta que la izquierda brasileña ahora tiene una oportunidad para mirarse a sí misma.