El papa Francisco concluye el lunes su visita a Grecia, marcada por sus llamados a tratar mejor a los migrantes en Europa y su encuentro con refugiados en la isla de Lesbos.

Este lunes, después de reunirse con jóvenes en una escuela católica, se irá de Atenas para regresar a Roma al final de la mañana.

Desde su llegada el sábado a Grecia, el pontífice argentino se ha reunido con el jefe de la Iglesia ortodoxa griega y visitó el campamento de Mavrovouni en la isla de Lesbos, donde calificó el tratamiento de los migrantes como "el naufragio de la civilización".

Tras su visita a estas instalaciones, celebró una misa para 2.000 fieles en la capital griega, donde urgió respetar a los "pequeños y humildes".

En 2016, Francisco visitó el campamento de Moria, en Lesbos, cuando la isla era la principal puerta de entrada para migrantes con destino a Europa.

Durante su visita a Mavrovouni, que fue más corta que aquella vez, fue recibido por una multitud de migrantes en el campamento, que alberga a casi 2.200 solicitantes de asilo.

La gente se reunió luego en una carpa para cantar canciones y salmos al pontífice, quien los escuchó emocionado.

"Estoy tratando de ayudarles", dijo el papa a un grupo por medio de un intérprete.

El campamento de Mavrovouni fue levantado rápidamente luego de que se quemara el de Moria, que era el más grande de Europa.

Cementerio sin lápidas 

En su discurso, Francisco advirtió que el Mediterráneo "se está convirtiéndose en un cementerio frío sin lápidas" y que "después de todo este tiempo, vemos que muy poco ha cambiado en el mundo con respecto a la migración".

Las causas de esta situación "deben ser enfrentadas, que los pobres no paguen las consecuencias o sean usados para propaganda política", agregó.

Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), 1.559 personas han muerto o desaparecido al intentar hacer este año la peligrosa travesía por el Mediterráneo.

Unos 40 buscadores de asilo, en su mayoría de Camerún y la República Democrática del Congo, participaron con el papa en una oración del Ángelus en el campamento, en presencia de la presidenta griega, Katerina Sakellaropoulou, el vicepresidente de la Unión Europea, Margaritis Schinas, y el ministro griego de Migración, Notis Mitarachi.

"Su visita es una bendición", dijo Rosette Leo, una mujer congoleña cargando un bebé de dos meses mientras hacía fila para entrar a la ceremonia.

Sin embargo, Menal Albilal, una siria con un bebé de dos meses cuya solicitud de asilo fue rechazada después de dos años en la isla, sostuvo que los refugiados "quieren más que palabras, necesitamos ayuda".

"Las condiciones aquí no son buenas para el bebé", declaró a AFP.

"El gobierno griego debe pensar en nosotros, hemos estado aquí dos años sin trabajo o educación", acotó Francois Woumfo, de Camerún.

El papa, que viene de una familia de migrantes italianos instalados en Argentina, ha defendido constantemente la acogida de miles de "hermanos y hermanas", al margen de su religión o condición de refugiado.

En Atenas, el sumo pontífice criticó ante los dirigentes griegos a "la comunidad europea, desgarrada por los egoísmos nacionalistas", que "aparece a veces bloqueada y no coordinada, en lugar de ser un motor de solidaridad".

Antes de llegar a Grecia, el pontífice visitó Chipre, donde las autoridades dijeron que 50 migrantes serán trasladados a Italia gracias a Francisco.

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