Destacados activistas prodemocracia de Hong Kong en el exilio promueven un boicot a las elecciones al órgano legislativo local del 19 de diciembre, unos comicios "solo para patriotas" y en los que los llamados a la abstención están criminalizados.
"Es un pacto con el diablo", asegura Sunny Cheung, un destacado activista de 25 años que ha pedido asilo en Estados Unidos.
"Los hongkoneses no deberían respaldar un régimen autocrático y ayudarlo a poner un velo seudodemocrático", insiste. "Con la reforma y su riguroso cribaje político, ningún verdadero demócrata puede ser elegido sin postrarse ante Pekín", añade.
La limitada democracia de esta antigua colonia británica devuelta a China en 1997 quedó todavía más restringida tras la imposición de un nuevo sistema electoral a raíz de las masivas y a menudo violentas protestas prodemocracia de 2019.
El 19 de diciembre se renovarán los 90 escaños del Consejo Legislativo de Hong Kong. Pero solo 20 puestos, la mitad respecto a los últimos comicios, se elegirán directamente. El resto será seleccionado por un comité electoral designado a dedo o por grupos de interés afines a Pekín.
Y los aspirantes a los pocos puestos decididos en las urnas deben pasar previamente un escrutinio de las autoridades, para evaluar su patriotismo y su lealtad política, lo que descarta a las figuras opositoras no encarceladas o exiliadas.
Alex Chow, antiguo líder del movimiento estudiantil que estuvo en prisión por las protestas prodemocracia de 2014, asegura que es "evidente" la necesidad de quedarse en casa.
"Los votantes de Hong Kong deben boicotear las elecciones porque es una forma de protestar contra el gobierno", afirma Chow, también en Estados Unidos.
Es un argumento peligroso de sostener en Hong Kong, donde las autoridades propugnaron una nueva ley para perseguir a quienes llamen al boicot, incluso en el extranjero. Pero la regla no impide abstenerse o votar en blanco.
"Es una selección, no una elección", aseguraba a principios de mes al diario británico Sunday Times el antiguo líder estudiantil Nathan Law, instalado ahora en Reino Unido.
El sentido de la democracia
Numerosos militantes opositores abandonaron este centro de finanzas internacional tras la entrada en vigor el año pasado de una nueva ley de seguridad nacional impuesta por Pekín que ha servido para aplastar gran parte de la disidencia.
Pese a su ausencia, destacados exiliados conservan un gran número de fieles en redes sociales y se erigen en altavoces de su movimiento en un momento en que gran parte de sus antiguos compañeros en Hong Kong están entre rejas.
Tres personas han sido detenidas en Hong Kong por promocionar el boicot y el diario estadounidense Wall Street Journal recibió una advertencia por parte de las autoridades locales por un editorial al respecto. Además, dos militantes en el extranjero son objeto de órdenes de arresto.
La ley se aplica "tanto si la acción se produce dentro de Hong Kong como en otro lado", dijo a AFP un portavoz del organismo anticorrupción, que también ha advertido a las empresas de sondeos ante la inconveniencia de preguntar a los electores si votarían.
Xia Baolong, el más alto funcionario chino encargado de la política de Hong Kong, dijo el lunes que las elecciones del 19 de diciembre eran "un voto de confianza para el modelo +un país, dos sistemas+" que en teoría brinda cierta autonomía a la antigua colonia británica.
El representante de Pekín también acusó a los manifestantes de "buscar ciegamente una democracia de estilo occidental" y defendió que el nuevo sistema neutralizaría "las fuerzas desestabilizadoras de China y por la independencia de Hong Kong".
China, un país con un solo partido, a menudo desdeña las democracias liberales como caóticas, un sentimiento compartido por la jefa ejecutiva de este centro de negocios, Carrie Lam.
"¿Cuál es el sentido de tener una llamada democracia si la gente sufre, como puedes ver en algunas democracias occidentales en la lucha contra el covid-19?", se preguntó el pasado martes.
Los observadores auguran un récord de baja participación en estas elecciones, lo que sería celebrado por los activistas como una victoria para mostrar el desencanto entre la ciudadanía de Hong Kong.
Solo 32% de las personas interrogadas en un reciente sondeo del grupo Hong Kong Public Opinion Research Institute aseguraron tener intención de votar y un 26% dijo que boicotearía la consulta. En 2016, los últimos comicios, participaron un 58% de los votantes.