Los terroristas quieren que nos rindamos. Nunca. Después de guardar luto por las víctimas inocentes, la lucha contra el extremismo islámico tiene que endurecerse, opina Bernd Riegert.

Ha sido un trauma muy duro. Los terroristas apuntaron al corazón de Europa y lo alcanzaron. Murieron muchos inocentes y hubo cientos de heridos, un acto de violencia sin sentido. Un terrible gesto del terrorismo islamista justo cuando Bélgica había empezado a respirar un poco tras la detención de uno de los autores del atentado de París.

La puerta de Brandemburgo de Berlín y la torre Eiffel de París se iluminaron con los colores nacionales de Bélgica. Ahora todos los europeos deberían unirse y gritar contra el terrorismo: “Je suis Bruxelles”. No nos van a doblegar. “Dios es grande”, exclamó uno de los terroristas en el aeropuerto de Zaventem antes de detonar el cinturón de explosivos. Muertos en nombre de la religión.

Tras muchos atentados en París, Estambul y otras ciudades, nos habíamos autoconvencido de que se puede separar racionalmente el Islam y el terror. A lo mejor había que repensar este punto de vista. ¿Podemos seguir aceptando que los terroristas islamistas sean encubiertos por sus hermanos de credo? Ni las guerras en Oriente Próximo, ni la marginación, ni los agravios contra los musulmanes sirven de argumento para el terrorismo. En cualquier caso, hay que intensificar la lucha.

Los extremistas pueden asesinar sin piedad, paralizar todo un país y provocar el caos. El Estado tiene que devolver el golpe con dureza y si las fuerzas de seguridad necesitan más herramientas, deberían recibirlas. Habrá que revisar la protección de datos y el derecho a la privacidad del individuo. Por ejemplo, a la hora de analizar los datos. Se trata de la seguridad de todos.

El premier belga, Charles Michel, dijo que había que reaccionar con “tranquilidad, discreción y solidaridad”. Es verdad, pero también hay que reaccionar y mejorar la colaboración entre los servicios secretos de toda Europa. Algo que se intenta desde hace años sin haber conseguido todavía el efecto deseado. Hay que impulsar tanto el esclarecimiento como la prevención. No podemos seguir mirando a los islamistas radicales que vuelven a Europa desde Siria o Irak, observándolos hasta que cometan un delito.

Son los que constituyen la espina dorsal de las células terroristas de Europa y deberían perder su nacionalidad ya al salir, para que así pierdan también su billete de vuelta a la UE. Además, también es necesaria una mayor protección en las fronteras exteriores de la UE. Hasta ahora no hay controles permanentes de entrada y salida de ciudadanos europeos, algo que debería implantarse antes de lo previsto.

Las redes terroristas pudieron extenderse por Bélgica sin problema durante años. Y eso ahora está pasando factura. Pero ¿están otros países comunitarios, como Francia o Alemania, en mejor situación? Los ataques de terroristas cobardes nos dejan sin habla, con rabia y con una sensación de desamparo. ¿Qué podemos hacer? Para aprender: aquí puede Usted leer la versión original de este artículo en alemán. 

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