Los investigadores han hecho un descubrimiento sorprendente sobre los hábitos alimenticios de los tiburones ballena, otorgando al pez más grande del mar otro título mundial, según un nuevo estudio publicado en la revista Ecology.
Resulta que estos gigantes del océano disfrutan habitualmente de una ensalada de algas junto con grandes raciones de krill, lo que significa que han destronado oficialmente al oso Kodiak como el mayor omnívoro del mundo, es decir, aquellos animales que se alimentan tanto de plantas como de carne de otros animales.
Los científicos hicieron el descubrimiento mientras estudiaban a los tiburones ballena en el arrecife Ningaloo de Australia Occidental y dicen que es motivo para replantearse qué es lo que realmente sustenta a esta especie de gran tamaño.
"Todo lo que creíamos saber puede no ser cierto", dijo el Dr. Mark Meekan, biólogo de peces del Instituto Australiano de Ciencias Marinas. "Los hemos visto llegar a Ningaloo y los hemos visto alimentarse de krill y hemos pensado: ‘Boom ahí está la respuesta'.
Un factor evolutivo
Los científicos analizaron minuciosamente las posibles fuentes de alimento, desde el diminuto plancton hasta las grandes algas, en busca de aminoácidos y ácidos grasos.
A continuación, observaron lo que había en las muestras de piel de los tiburones ballena.
"Este estudio sugiere que se alimentan de bastante material vegetal, de hecho más que de krill", dijo Meekan, y considera que el tamaño del tiburón ballena ha provocado una respuesta evolutiva que ha convertido las capturas accidentales, como de algas marinas de sargazo marrón comunes en Ningaloo, en alimento.
"Pero cuesta mucha energía llenar esas bocas, abiertas como enormes redes en el agua. En ese estómago lleno de comida también hay muchas algas, ¿y qué hace?, ¿lo vomita? Desde el punto de vista energético, es sería algo muy costoso porque justa acaba de gastar toda esa energía en recoger alimento, señala.
"Los tiburones ballena simplemente han esto resuelto esto a partir de un sentido evolutivo al ser capaces de digerir las algas. Están convirtiendo las capturas accidentales en parte de su dieta”, añade Meekan.
Otra parte del estudio consistió en recoger y analizar el excremento de los tiburones ballena, y los resultados mostraron que ciertamente comían krill, pero no lo metabolizaban en gran medida.
"Serían mucho menos eficientes de lo que esperaríamos si hubieran evolucionado solo para comer krill", concluye Meekan.