Abdul Aziz, por estos momentos, es considerado una especie de héroe a horas de la masacre registrada en Nueva Zelanda, donde un hombre armado mató a 49 personas después de atacar dos mezquitas.
El hecho es el mayor tiroteo en la historia moderna de Nueva Zelanda y, por lo mismo, se le ha hecho un seguimiento a nivel local y mundial.
Las historias tras los sobrevivientes han comenzado a surgir tras el hecho. Una de esas historias es la que habría protagonizado Abdul Aziz, un hombre afgano de 48 años que estaba junto a sus cuatro hijos en la mezquita.
El atacante, el supremacista blanco Brenton Tarrant, de 28 años, se hizo presente en el lugar y abrió fuego contra los asistentes en el lugar.
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Ante aquello, y según consigna AP, el imán en funciones de la mezquita, Latef Alabi, relató que la cantidad de muertos pudo ser mayor.
En primera instancia, y al notar algo extraño, le gritó a la congregación de más de 80 personas, que se lanzaran al suelo. Cosa que comenzaron a realizar tras oír un disparo que rompió una ventana y ante percatarse que un cadáver había caído al piso.
Sin embargo, Alabi comentó que "vino este hermano (Abdul Aziz), fue tras él, y se las arregló para dominarlo. Y así fue como nos salvamos".
"De lo contrario, si hubiera podido entrar en la mezquita, probablemente nos habría matado a todos", añadió Alabi.
Por su parte, Aziz comentó que trató de distraer al atacante, le lanzó una máquina de cobros para tarjetas de crédito y lo encaró. "¡Ven aquí!", le gritó al momento de enfrentaro.
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De igual manera, detalló que el atacante fue a su auto a buscar otra arma y él lo persiguió. Sin embargo, el supremacista blanco abrió fuego contra él y debió zigzaguear entre automóviles para evitar una herida.
Sin embargo, el hombre encontró un arma que el atacante dejó y la recogió, apuntó y apretó el gatillo. Pero estaba vacía.
Una vez realizado este hecho, el hombre volvió por segunda vez y "se metió en su coche y yo sólo tomé el arma y la arrojé a su ventana como una flecha y le rompí la ventana", aseguró Abdul Aziz.
Cosa que, a la larga, terminó con el atacante asustado y, posteriormente, la detención de él y otras dos personas que estarían implicadas en los hechos que, además, fueron transmitidos en vivo por redes sociales.