Los manifestantes que desde hace dos meses protestan en Hong Kong promueven una "situación muy peligrosa", afirmó el lunes la jefa del gobierno local, en una jornada de total caos en el transporte público y los vuelos internacionales.
Activistas ocuparon estaciones del metro subterráneo y mantuvieron abiertas las puertas de los trenes, impidiendo su circulación, en un escenario de incontables forcejeos, gritos y hasta improvisadas escenas de pugilato en los vehículos atestados de gente.
En varias partes de la ciudad los manifestantes también interrumpieron la circulación de vehículos, congestionando aún más el tránsito.
En tanto, en el aeropuerto de Hong Kong -uno de los más activos del mundo- más de 100 vuelos resultaron cancelados, mientras las autoridades aeroportuarias alertaron a los pasajeros sobre potenciales problemas adicionales.
Con miles de personas sin condiciones de llegar a sus trabajos ante la paralización de los transportes habituales, la jefa del gobierno, Carrie Lam, convocó una conferencia de prensa en que dejó en evidencia su disposición en endurecer aún más su posición.
"Yo diría que [los manifestantes] están tratando de derribar a Hong Kong, de destruir por completo la vida de más de siete millones de personas", dijo Lam a periodistas.
Para la funcionaria, la actitud intransigente de los "jóvenes radicalizados" estaba empujando a Hong Kong, un importante centro financiero, hacia una situación "muy peligrosa".
"Tan grandes acciones en nombre de ciertas demandas (..) han minado seriamente la ley y el orden de Hong Kong, y están empujando nuestra ciudad, una ciudad que todos amamos, al borde de una situación muy peligrosa", apuntó.
Lam dijo que "el gobierno será enérgico en la manutención de la ley del orden en Hong Kong para restaurar la confianza".
En una jornada caótica, algunos pasajeros expresaban su irritación en la situación aunque otros afirmaban que apoyaban la acción, luego de más de dos meses de protestas en favor de garantizar libertades democráticas.
"Mientras el gobierno no responda, es evidente que el movimiento [de protesta] aumentará", dijo a AFP un empleado público, que se identificó apenas como Leung, mientras trataba de conseguir un transporte hacia su trabajo.
La jefa del poder ejecutivo local en Hong Kong, Carrie Lam, adelantó que ofrecerá una conferencia de prensa el lunes.
Advertencia china
La huelga prevista para este lunes se propone mostrar a China que aún existe suficiente apoyo popular a las protestas que desde hace meses ocupan las calles pero que hasta ahora han logrado pocas concesiones del poder político.
Las protestas estallaron después que el gobierno local propuso un proyecto de ley para extradición de detenidos para que sean sometidos a la justicia en China continental.
Rápidamente, las protestas pasaron a adoptar consignas más amplias.
Pero si bien las protestas no parecen estar perdiendo el aliento, autoridades en Hong Kong y Pekín adelantaron su disposición de endurecer aún más su posición.
Incluso los militares chinos afirmaron estar listos para controlar los "intolerables" disturbios, caso sean llamados a intervenir.
Docenas de manifestantes han sido arrestados bajo cargos de promover disturbios públicos, que en Hong Kong representa una pena máxima de 10 años de cárcel.
El fin de semana, la policía anti motines disparó gases lacrimógenos a manifestantes en diversos barrios de Hong Kong.
Los manifestantes, que no tienen un líder, utilizan las redes sociales para coordinar sus protestas.
En una conferencia de prensa realizada el sábado, varios de los organizadores de la huelga -algunos de ellos con los rostros cubiertos- afirmaron que 14.000 personas de más de 20 sectores de la ciudad habían comprometido su acción para este lunes.
En virtud del principio "Un país, dos sistemas", Hong Kong goza de libertades desconocidas en el resto del país, en principio hasta 2047. Pero cada vez más hongkoneses temen que Pekín vulnere este acuerdo.
La policía bate récords de impopularidad, consideradas por los manifestantes como hombres al servicio de Pekín. Las autoridades defienden el uso de la fuerza, alegando ser víctimas de manifestantes muy radicalizados.