En Siria e Irak, Daesh (Estado Islámico) construye centros especiales para entrenar a jóvenes y niños, reportan cada tanto distintos medios europeos. En Asia Central esa práctica es común desde hace mucho tiempo. Sobre todo en zonas fronterizas, ese tipo de campos terroristas es muy usual.

“En la provincia norafgana de Kunduz, los talibanes tienen un importante campo de entrenamiento para practicar atentados. Allí no sólo se enseña a adultos, sino también a niños que aprenden el oficio de terrorista suicida”, dice a DW Andrej Serenko, experto del Centro de Estudios del Afganistán Moderno en Moscú. “Niños de entre seis y ocho años practican, por ejemplo, cómo instalar minas en la carretera”, explica. La formación dura entre uno y seis años.

Preparados para atentar

“Hay un centro talibán en la región de Garmach, al noroeste de la provincia de Badghis”, revela el especialista. “Allí trabaja un profesor muy conocido, llamado Mullah Qayyum. Él prepara a los niños para sus labores como terroristas suicidas. La mayoría de los chicos fueron secuestrados o vendidos por sus propios padres”, aclara Serenko. Por algunos niños se paga en el mercado hasta mil dólares. Otro lugar de entrenamiento talibán se encuentra en la norteña provincia de Sar-e-Pul. Allí hay varios paquistaníes cumpliendo labores de “enseñanza”. En comparación con el campo de Kunduz, acá la formación dura sólo tres meses. El Centro de Estudios del Afganistán Moderno detectó, a fines de noviembre, la presencia de seis o siete niños en ese recinto.

Los terroristas usan niños porque se ganan más rápido la confianza de las víctimas, dice Natalia Kharitonov, del centro de crisis CSRC en Malta. Para los niños es más fácil acercarse a los lugares asignados para los ataques. “Son más efectivos que los suicidas adultos, pero su accionar también tiene limitantes. Difícilmente podrían llevar a cabo un ataque con coche-bomba, por ejemplo”, plantea Kharitonov. Esa es una posible razón por la cual los precios de los menores para efectuar atentados son más bajos que los de los adultos. “Los niños suelen actuar equipados con artefactos explosivos improvisados. Las bombas son accionadas a distancia. Hay casos en que los niños no tienen idea del rol que juegan en todo esto”, afirma Kharitonov a DW.

Secuestros en Afganistán

La experta supone que muchas veces llegan a estos campos de entrenamiento los hijos de los combatientes caídos en acción. Algunos de ellos se quedan mucho tiempo y requieren de atención y cuidados. Debido a que eso cuesta dinero, es probable que la mayoría de los niños llegados de esta forma sean vendidos en el mercado negro. Hay informes en ese sentido provenientes de Afganistán y Pakistán.

Andrej Serenko piensa que el Estado Islámico prepara atentados con mujeres y niños en Irak y Siria. En los centros del EI en Afganistán solo se entrena a hombres adultos, pero hay informaciones que aseguran que también se ha detectado la presencia de menores en esos lugares, sin que esté claro hasta ahora qué papel juegan allí. “El hecho es que, hasta ahora, Daesh no ha utilizado a ningún niño afgano en sus ataques suicidas, pero con los talibanes eso es distinto”, dice Serenko.

La formación específica de los terroristas suicidas, especialmente la de niños, tiene que ver con la influencia de Al Qaeda en Afganistán y Pakistán. Y aquí también se debe considerar el papel de Uzbekistán, piensa el experto. “Debe tenerse en cuenta que los seguidores del Movimiento Islámico de Uzbekistán (IBU) fueron considerados como competentes formadores de terroristas suicidas durante sus estadías en Afganistán”, revela. Se presume que algunos seguidores del IBU se han pasado al bando del EI, lo que podría significar que, en el futuro, se incrementen los ataques suicidas, también con niños.

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