AFP
El campo de acción de los diplomáticos estadounidenses en Cuba, en particular sus interacciones con la sociedad civil, constituyen el punto más espinoso de las negociaciones entre Washington y La Habana de cara al restablecimiento de relaciones diplomáticas.
Antes de la última reunión entre los dos países a fines de mayo, un alto responsable cubano había anunciado que entre las principales cuestiones a regular figuraba "el régimen de movimiento de los diplomáticos" y su "comportamiento", en una clara alusión a las acciones de "promoción de la democracia" de diplomáticos estadounidenses, que tienen a enfadar a La Habana.
"Es bien conocida la actividad en que las misiones diplomáticas de EEUU se han involucrado en apoyo de activistas de derechos humanos y activistas por la democracia" en numerosos países, destaca Marc Hanson, del centro Washington Office for Latin America (WOLA).
En Cuba, "esos activistas tienden a estar trabajando o actuando en la oposición al gobierno cubano, y obviamente el gobierno cubano no es muy adepto a esa clase de apoyos", explica el experto.
Desde 1977, en virtud de un acuerdo entre los entonces presidentes Fidel Castro y Jimmy Carter, existen secciones de intereses que sirven como embajadas en los dos países, cuyas relaciones diplomáticas quedaron rotas en 1961.
Sometida como su homóloga cubana a restricciones drásticas de desplazamiento de sus diplomáticos y sus suministros, la misión estadounidense no vacila sin embargo en ofrecer a los cubanos acceso a internet -algo estrictamente controlado en la isla- o capacitación en su propia representación o en sus residencias oficiales.