AFP

Enrique de Dinamarca, un aristócrata francés enamorado de las viñas y la poesía, falleció el martes a los 83 años sin haber cumplido su deseo de ser rey a pesar de su boda con la reina Margarita.

Henri Marie Jean André de Laborde de Monpezat, su nombre de nacimiento, acumulaba los problemas de salud desde hacía varios años y el palacio anunció en septiembre pasado que sufría "demencia". 

El martes la casa real informó que el príncipe había sido trasladado a su casa para "vivir sus últimos momentos".

A finales de enero tuvo que ser repatriado de Egipto, donde se encontraba de vacaciones, después de que le detectaran un tumor en el pulmón que resultó ser benigno.

Nacido el 11 de junio de 1934 en Talence, cerca de Burdeos (suroeste de Francia), el joven conde se casó en junio de 1967 con la heredera del trono de Dinamarca, Margarita, que fue coronada en enero de 1972.

Desde el 1 de enero de 2016, el príncipe consorte estaba oficialmente jubilado, liberado de las obligaciones que cumplía con mayor o menor entusiasmo según su humor: aunque a veces parecía aburrirse soberanamente, otras se enfurruñaba sino le invitaban.

"Las controversias marcaron su historia en Dinamarca y su relación con el pueblo danés", estimó su biógrafa Stephanie Surrugue.

En abril de 2015, Enrique se escaqueó de las celebraciones del 75 cumpleaños de la reina declarándose enfermo, pero días después fue visto en Venecia y fue objeto de las burlas y la ira de la prensa de gran tirada.

Y el verano pasado, hizo saber públicamente que no quería ser enterrado junto a su esposa en la necrópolis real de la catedral de Roskilde, como es tradición en las parejas reales.

Al no haber obtenido el título y el papel que siempre anheló, argumentaba que no había sido tratado como su igual en vida y que, por tanto, no deseaba serlo en la muerte.

- Carrera diplomática - 
Henri de Laborde de Monpezat pasó sus primeros años en Indochina, donde su padre administraba las plantaciones familiares. La guerra les expulsó definitivamente de Vietnam, aunque Henri volvió posteriormente a Hanói para pasar su examen de bachillerato.

Tras estudiar Ciencias Políticas, vietnamita y chino, abrazó la carrera diplomática. Tenía un puesto en Londres cuando conoció a Margarita, entonces heredera de la corona danesa.

Al casarse con ella, cambió de nombre, renunció a su nacionalidad francesa para convertirse en danés y cambió su fe católica por el protestantismo. Pero sobre todo se resignó, a regañadientes, a caminar tras los pasos de Margarita, adorada por sus súbditos.

"Acepto jugar el juego. Pero es muy duro para un hombre no ser considerado en el mismo plano que su esposa", reconoce en sus memorias, "El destino obliga", publicadas en 1997.

- Vino y Citroën -
Más duro aún cuando el "francés" amante de las rimas, del vino y de la buena mesa, encarnación de la arrogancia meridional en tierra luterana, tardó en hacerse aceptar.

"Todo lo que hacía era criticado. Mi danés era flojo. Prefería el vino a la cerveza, los calcetines de seda a los de lana, los Citroën a los Volvo, el tenis al fútbol. Era diferente".

En 1984, 12 años después de la llegada al trono de su esposa, obtuvo su propia asignación, deducida de la partida presupuestaria de la reina.

Unos 13 años después reemplazó por primera vez a la soberana, enferma, durante una visita a Groenlandia.

"¡Estaba en primera línea! Ya no era la sombra, el segundo, la silueta, el payaso, el perro faldero!", ironizó después.

En 2002, un nuevo drama: la reina Margarita, aquejada de una gripe, le pidió al príncipe heredero, Federico, que la sustituyera para la lectura del mensaje de Año Nuevo.

Sin pensarlo dos veces, el príncipe consorte abandonó Copenhague furioso para refugiarse en el Castillo de Cayx, su propiedad vitivinícola en el sur de Francia.

Enrique, que también es escultor, publicó varios libros de poemas, algunos de ellos ilustrados por la propia Margarita, artista respetada.

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