Hasta ahora, el uso de mascarilla era obligatorio en los transportes públicos como el metro, el bus, los trenes, aviones y taxis.

La decisión, anunciada el pasado miércoles, confirma que la enfermedad ha dejado de ser una preocupación sanitaria y política, más de dos años después de la llegada de la pandemia a Europa.

En total, más de 147.000 personas tuvieron el COVID-19 en Francia, un país donde el 79,3% de la población ha sido completamente vacunada. Desde hace algunas semanas, Francia registra una disminución de los casos y de las hospitalizaciones relacionadas con el covid-19 tras una ola de contagios en el invierno boreal.

En los últimos meses, el gobierno ya había tomado algunas medidas emblemáticas: fin del uso de la mascarilla salvo en los transportes y fin del pase sanitario, que implicaba tener que estar vacunado para acceder a lugar como restaurantes o cines.

Algunos investigadores alertan sin embargo de un sentimiento excesivo de seguridad y recuerdan que aunque la epidemia está bajo control, aún no ha terminado del todo. Así lo repitió el ministro de Sanidad, Olivier Véran, la semana pasada, mientras siguió recomendando su uso. Si el contexto cambia, la mascarilla podría volver a ser obligatoria, señaló. 

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