AFP

Centros de evacuación y hoteles de Bali, gran destino turístico en Indonesia, se llenaba el martes de personas que buscaban refugio ante el riesgo de erupción de un volcán, que obligó a las autoridades a cerrar el aeropuerto internacional por segundo día. 

Decenas de miles de habitantes atemorizados huyeron de sus casas en las inmediaciones del volcán Agung, uniéndose a los turistas desamparados en la búsqueda de un lugar donde dormir. Las autoridades, que decretaron el nivel de alerta máxima, advirtieron que el volcán puede entrar en erupción en cualquier momento.

El monte Agung lanza desde hace días espectaculares columnas de espeso humo gris y los aviones no podrán despegar hasta al menos el miércoles por la mañana.

Unas 40.000 personas ya abandonaron la zona de peligro para ir a uno de los más de 200 centros de evacuación. Las autoridades estiman que un total de 100.000 habitantes podrían tener que ser evacuados.

"El volcán sigue proyectando cenizas volcánicas. Son espesas y se elevan muy alto en el aire, hasta tres o cuatro kilómetros sobre el cráter", declaró I Gede Suantika, miembro de la agencia volcánica indonesia. "La actividad del monte Agung continúa siendo muy intensa. Seguimos en el nivel de alerta más elevado".

El martes, 443 vuelos habían sido anulados en el aeropuerto internacional de Denpasar, capital de la isla, destino turístico mundial con millones de visitantes cada año. Más de 120.000 viajeros están afectados.

I Wayan Yastina Joni figura entre los pocos hoteleros que respondieron al llamado lanzado por el gobierno y la agencia de turismo de Bali, pidiendo habitaciones gratuitas para los turistas bloqueados. Otros proponían precios rebajados.

'No es culpa de nadie'

"No me importa alojar gratuitamente a los turistas que conozco", afirma. "No es culpa de nadie. Es una catástrofe natural que no esperábamos", agrega.

Las autoridades evacuaban por autocar a cientos de turistas hasta Surabaya, a unas 13 horas por carretera, desde donde podían salir del país. 

"Preparamos 10 autocares, y deberíamos tener más listos durante el día", afirmó el jefe de la agencia de transportes de Bali, Agung Sudarsana.

El aeorpuerto de la isla de Lombok, otro apreciado destino turístico al este de Bali, cerró varias veces en los últimos días. El martes estaba abierto pero podía ser temporal, según las autoridades.

La última erupción del monte Agung, en 1963, dejó 1.600 muertos, una de las más mortales en un país con casi 130 volcanes activos.

Dewa Gede Subagia, ahora de 67 años, recuerda aquella tragedia.

"Estoy muy preocupado porque ya he vivido esto", dice a la AFP en el centro donde se refugió, en el pueblo de Rendang. "Espero que esta vez no dure demasiado. En 1963, estuve fuera de casa cuatro meses".

Incertidumbre

Los especialistas consideran que la actividad del Agung es comparable a la registrada hace medio siglo, cuando el volcán envió a la atmósfera suficientes esquirlas -unos mil millones de toneladas- para bajar la temperatura mundial entre 0,2 y 0,3 grados Celsius durante un año.

"La probabilidad de una gran erupción es elevada pero podría tardar días o semanas antes de que se produzca", advierte David Pyle, profesor de ciencias de la Tierra en la Universidad de Oxford.

El monte Agung es un volcán de tipo "explosivo", en general más temidos que los volcanes de tipo "efusivos" cuya lava, fluida, se derrama por sus flancos. 

Los volcanes explosivos, ricos en agua, son susceptibles de generar explosiones importantes que proyectan enormes cantidades de esquirlas y cenizas ardientes, muy alto en la atmósfera. 

De algo más de 3.000 metros de altura, el monte Agung dio los primeros signos de despertarse en septiembre: 144.000 personas tuvieron que ser evacuadas.  

Su actividad parecía haberse calmado a finales de octubre, por lo que se rebajó el nivel de alerta. Miles de personas volvieron a sus casas pero hace unos días el volcán empezó a rugir de nuevo. 

Indonesia, archipiélago con más de 17.000 islas e islotes, está situada en el "cinturón de fuego" del Pacífico, donde la colisión de placas tectónicas provoca frecuentes sismos y una importante actividad volcánica.

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