La mutación de un coronavirus felino está causando estragos en la isla mediterránea de Chipre, famosa por su superpoblación de gatos callejeros, y los defensores de los animales exhortan al gobierno a tomar medidas urgentes para frenar la epidemia.
"Bebé", un gato de seis meses, acaba de llegar a una clínica veterinaria de Nicosia, la capital chipriota. Tiene peritonitis infecciosa felina (PIF).
Este virus "viene de una mutación del coronavirus intestinal presente en el 90% de los gatos", que es "altamente contagioso" entre estos felinos, pero que no se transmite a los humanos, explicó el veterinario Kostis Larkou, mientras examinaba al animal, visiblemente desorientado.
Los síntomas de este virus son fiebre, hinchazón en el abdomen, debilidad y a veces agresividad.
Chipre es conocida por su superpoblación de gatos. Según expertos, la población felina, de poco más de un millón de gatos, esencialmente callejeros, sobrepasaría al número de habitantes de la isla.
Además, la historia de amor entre Chipre y los gatos se remonta a mucho tiempo atrás. Es en esta isla donde se halló la prueba más antigua en el mundo de su domesticación, con el descubrimiento de un esqueleto de un gato junto a restos humanos de hace más de 9.000 años.
Mercado negro
Dinos Ayiomamitis, presidente de "Cats PAWS Cyprus" y vicepresidente de "Cyprus voice for Animals" (CVA), estima que al menos 300.000 gatos han muerto de la enfermedad desde enero.
Ayiomamitis alimenta desde hace 25 años a unos 60 gatos en un cementerio de Nicosia. "La colonia está bien, pero estamos preocupados, porque si uno solo se infecta, los demás se infectarán también", dice este jubilado de 70 años.
El virus está presente en varias grandes ciudades de Chipre, pero también estaría presente en países vecinos como Líbano, Israel y Turquía. Aunque, a falta de estudios, es imposible afirmarlo, dice Demetris Epaminondas, vicepresidente de la asociación de veterinarios panchipriotas, que agrupa a los profesionales del sector en la isla.
Oficialmente, sólo se han registrado 107 casos en la parte sur de la isla, según los servicios veterinarios del ministerio de Agricultura. Sin embargo, esta cifra no refleja la realidad. Varios especialistas señalan dificultades para diagnosticar la enfermedad y falta de recursos para hacerlo.
Sobre todo porque cuando los gatos enferman, generalmente se aíslan y mueren solos. Varias personas que suelen alimentar a gatos dijeron a la AFP que simplemente desaparecen y que se encuentran muy pocos cadáveres.
Para contener esta epidemia, se barajan dos opciones: el uso de un medicamento aprobado para el coronavirus humano en India, el molnupiravir, y un antivírico veterinario aprobado en Inglaterra, llamado "GS-441524".
Por ahora solo se ha autorizado la importación del GS a Chipre, pero con restricciones, y sin hablar del precio del tratamiento, que puede alcanzar los 7.000 euros (7.700 dólares) por animal.
Ante esta situación, algunos recurren a métodos clandestinos.
"Compramos nuestros medicamentos en el mercado negro en internet, o en grupos Facebook", cuenta un chipriota que pidió el anonimato para evitar problemas.
"La isla de los gatos muertos"
Epaminondas pide desde hace semanas al gobierno que autorice el molnupiravir, un tratamiento que costaría alrededor de 200 euros (220 dólares) por gato.
Contactado por la AFP, el ministerio de Agricultura dijo que está estudiando "posibles formas de abordar el problema" con tratamientos "disponibles en el mercado de la Unión Europea".
Vasiliki Mani, una chipriota de 38 años y miembro de varias asociaciones protectoras de animales, pide una solución rápida. En enero, trató a dos gatos callejeros, lo que le costó 3.600 euros (4.000 dólares).
"Me gasté todos mis ahorros", dice la mujer, que considera que en Chipre se trata a los animales con "negligencia y crueldad".
Si la PIF sigue mutando, "la isla de los gatos" se convertirá en "la isla de los gatos muertos", advierte.