Justo antes de que el recientemente designado ministro alemán de Relaciones Exteriores, Sigmar Gabriel, llegara a la reunión de ministros de Exteriores del G-20 en Bonn, se reunió con un puñado de científicos. Entre ellos Dirk Messner, Axel Berger y Adolf Kloke-Lesch, del Instituto alemán para el Desarrollo (DIE). Ellos acompañan todo el proceso del G-20 hasta su punto cúlmine, que será la cumbre de Jefes y Jefas de Estado. Su objetivo consiste en dar recomendaciones concretas para la reunión del 7 y el 8 de julio en Hamburgo. La idea es que estas propuestas sean traducidas luego en políticas concretas.

Pero este objetivo, según diversos analistas, pende de un hilo. En el pasado, los Jefes de Estado y de Gobierno aprobaban los comunicados finales de las cumbres del G20 siempre por unanimidad. Si esto volverá a suceder depende, entre otros factores, del flamante secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson.

El exdirector general de la petrolera ExxonMobil asumió a principios de mes. Es entonces que la reunión del G20 de ministros de Relaciones Exteriores es para Tillersons su debut en la escena internacional.

Trump, el unilateral

Con Trump muchos se preguntan si se debe poner en tela de juicio a todos los acuerdos internacionales firmados previamente. Las negociaciones sobre el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP) entre Europa y Estados Unidos están congeladas y en su lugar la nueva estrategia consiste en buscar acuerdos bilaterales. En su campaña, el hoy presidente de los Estados Unidos anunció que su país se retirará de los diálogos en París que buscan un acuerdo contra el cambio climático y que buscará recortar drásticamente los fondos de Naciones Unidas.

"Estamos enfrentando el peligro de una espiral proteccionista", advierte Axel Berger, que dirige el Grupo de Investigación del G-20 en el DIE. Esto podría ser especialmente grave para los países en desarrollo, añade. Los Think Tanks deliberan cómo hacer frente al reto de buscar multilateralismo en tiempos de Trump, mientras observan con preocupación el auge populista en Europa. Berger lo admite: "El viejo discurso de que el libre comercio era bueno para todo el mundo, ya no sirve".

Por lo tanto, es tiempo de hablar honestamente acerca de sus pros y sus contras.

Riesgos y oportunidades

En los foros informales de científicos existen similares suposiciones que en el mundo de la diplomacia. Con algunos países es más sencillo cooperar, con otros menos. Así es como, por ejemplo, casi no existe un intercambio comercial con Arabia Saudita o Rusia, dice Berger. Por el contrario, la cooperación con los Think Tank norteamericanos hasta ahora fue magnífica. Sin embargo, Berger se pregunta: "¿Serán estos Think Tank los que hoy tengan un impacto real en la formulación de políticas del gobierno de Estados Unidos?".

Su colega Dirk Messner responde: "No debemos paralizarnos por la crisis”. La comunidad internacional logró en los últimos años importantes acuerdos, añade. A su vez, la actual situación también ofrece la oportunidad "para poner en marcha procesos que quizá habrían sido imposibles sin un contexto de crisis".

Tal vez Europa tenga ahora la oportunidad de acercarse cada vez más a nuevas regiones, agrega el director general. "Tal vez también podamos trabajar en conjunto con nuevos actores, cosa que no había sido necesaria hasta ahora", añade Messner con vistas a las relaciones entre Alemania y, por ejemplo, India o Indonesia.

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