La sequía y el calor matan de sed a los pinos de la región francesa de los Vosgos, que acaban como manchas rojas en medio de lo que antes era un manto verde. Los bosques están en peligro. 

Uno podría pensar que se trata simplemente de las consecuencias del verano, cuando el bosque se tiñe de rojo y amarillo. Excepto que en tiempo normal, en lo alto del pueblo de Masevaux, el color verde de los pinos domina todo el año.

Ahora, basta con poner un pie en los bosques para descubrir árboles muertos de sed, víctimas de la sequía de 2018.

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La ola de calor precoz y el déficit de lluvias en Francia desde inicios de verano "aceleran el mecanismo" y auguran lo peor para la primavera 2020, explica Cédric Ficht, de la Oficina Nacional de Bosques.

Las sequías, cada vez más frecuentes, son un signo claro del calentamiento global, advierte. Cuando la copa se pone roja, el árbol puede morir en unas semanas. 

"Nunca había visto al bosque así", dice, inquieto, el alcalde de Masevaux, Laurent Lerch. Este nativo de la zona dice tener el "corazón roto" por este patrimonio que está desapareciendo.

En seis meses, 100.000 m3 de pinos murieron de sed en la mitad sur del departamento del Alto Rin. 

Tormenta silenciosa

La muerte de estos árboles son "como una tormenta silenciosa" que se abate sobre los bosques, afirma Cédric Ficht.

El ruido de las motosierras, seguido del golpetazo de la caída, rompe con el silencio de la naturaleza. Con la copa desnuda y las espinas rojas, algunos de los pinos abatidos eran casi centenarios. Deberían haber vivido otros 50 años.

Dos leñadores abatieron dos docenas en apenas una mañana. Y la operación se repite cada día, en una carrera contrarreloj para intentar sacar provecho de lo que queda de estos árboles muertos, antes de que terminen en leña o palé.

El municipio de Masevaux, con 4.000 habitantes, obtiene un excedente de unos 100.000 euros (unos 112.000 dólares) por la explotación de su bosque. Este año, el alcalde espera "en el mejor de los casos" equilibrar sus cuentas.

Frente a un mercado saturado (en un semestre han cortado lo que se corta en dos años), una parte de la madera es exportada a China. La comuna espera también ayudas estatales para transportar una parte al oeste de Francia, donde hay una escasez.

Invasión de escarabajos

Además, los pinos, debilitados por la falta de agua, son colonizados por escarabajos que excavan túneles bajo la corteza e impiden la circulación de la savia.

Alrededor de 1,2 millones de m3 de bosques de pinos se vieron afectados por esta plaga en Francia en 2018, un volumen que podría triplicarse en 2019. 

"Nunca habíamos experimentado una crisis de esta magnitud", explica Sacha Jung, delegado general de la federación interprofesional de madera, Fibois Grand Est. 

Y la invasión es continental: de 60 a 80 millones de m3 en Europa ya han sido infestados. Estos árboles están muy presentes en la región francesa de los Vosgos pero también en Alemania, Austria y República Checa.

Los actores del sector se movilizan para que los pinos enfermos sean cortados rápidamente y que en su lugar se planten rápidamente nuevos árboles más adaptados al clima para evitar espacios vacíos en los bosques. 

Los pinos se limitarán a las grandes altitudes de las montañas, otros árboles serán plantados en las altitudes más bajas.

En Masevaux, está previsto realizar pruebas con el Instituto Nacional de Investigación Agrónomo (INRA) para definir los tipos de árboles más adecuados. "Hemos pensado en el cedro", señala Laurent Lerch.

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