AFP
Los franceses, muy desmovilizados tras una larga temporada electoral, dieron la espalda a las urnas este domingo en la segunda vuelta de las legislativas, marcadas por una abstención históricamente elevada que empaña la victoria de La República en Marcha de Emmanuel Macron.
La abstención, que fue superior a la de la primera vuelta, el 11 de junio (51,29%), podría alcanzar el 58%, según las estimaciones de varios institutos de sondeos.
Según Ipsos-Sopra Steria, esta alcanzaría el 56,6%; el 57% según Kantar Sofres y el 58% según Elabe, es decir, de 12 a 13 puntos más que en la segunda vuelta de las legislativas de 2012, del 44,60%.
Desmovilización y dejadez
Tradicionalmente, la participación en las legislativas ha sido siempre menor que en las presidenciales, un fenómeno que no deja de aumentar desde hace veinte años.
Este año, un desinterés creciente de los electores respecto a la política, sumado a la amplia victoria de los candidatos de Macron para la Asamblea Nacional anunciada por los institutos de sondeos, debería dar a esta segunda vuelta el nivel de abstención más alto desde 1958, cuando se celebraron las primeras elecciones legislativas de la V República.
Tras una larga sucesión de citas electorales, que empezó con las elecciones primarias de la derecha a finales de 2016, seguidas de las de la izquierda en enero y de las presidenciales el 23 de abril y 7 de mayo, la desmovilización de los electores en la segunda vuelta de las legislativas este domingo alcanzó un nivel récord.
"Una vez más, las presidenciales aplastan a las legislativas", apuntó Yves-Marie Cann, del instituto Elabe. "No hay suspense. Saber si La República en Marcha obtendrá la mayoría ya no supone ningún desafío".
La sensación de que la suerte ya estaba echada reinaba incluso entre los electores que acudieron a las urnas.
"Voy a votar aunque ya esté hecho, es solo por tener la conciencia tranquila. Me siento obligada a venir pues, para mí, es un deber", explicaba Laurence Michel, profesora de 54 años, en un colegio electoral de Lyon (este).
A parte de la desmovilización que entraña de por sí la segunda vuelta, el fuerte impulso del movimiento de Macron desde la primera ronda pudo disuadir a los votantes de los candidatos eliminados el pasado domingo de acudir a las urnas.
Ningún 'cheque en blanco'
"Con la abstención, los electores dicen que se mantienen distantes respecto a las elecciones, dicen 'sí, hoy somos favorables a la renovación pero no hemos entendido necesariamente el proyecto de renovación de Emmanuel Macron", observó Jean-Daniel Lévy, del instituto Harris Interactive.
Absteniéndose, los franceses pueden darle al jefe del Estado el beneficio de la duda, consideró el analista, mientras que el debilitamiento de las fuerzas políticas tradicionales tampoco los incita a ir a votar.
"Se dicen 'en este contexto, vamos a darle la posibilidad de poder llevar a cabo su proyecto y veremos como reaccionaremos luego'". "No es una firma en blanco completa", subraya. "Pero no hay ningún frente de rechazo. Los franceses no se resignan completamente pero tampoco han encontrado ningún actor político capaz de crear suficiente entusiasmo".
Para Yves-Marie Cann, esta abstención sin precedente incitará al bando de los ganadores a mantenerse modestos, pese a la amplía mayoría de la que gozará La República En Marcha y que dará al jefe del Estado las herramientas necesarias para llevar a cabo su política, empezando por la controvertida reforma laboral.
"Es una victoria masiva que se enmarca en un contexto de desmovilización también masivo", explicó. "Esto obliga al bando de los ganadores a actuar con mucha humildad. Clamar victoria y considerar que los franceses le han dado un cheque en blanco sería un error político importante".
A las 17H00 locales (15H00 GMT), la participación era de 35,33%, es decir, once puntos menos que en la segunda vuelta de las legislativas de 2012 (46,42% a la misma hora).