"Obama es un hombre honesto al que admiro". Estas palabras del presidente cubano Raúl Castro en la Cumbre de las Américas son de un profundo rupturismo.
Durante décadas los cubanos se acostumbraron a que en sus vidas sonara una constante retórica bélica sobre el poderoso vecino del norte.
Términos como guerra, enemigo o imperialistas yanquis eran comúnmente usados por las autoridades para referirse a Estados Unidos.
Pero como demuestran las palabras de elogio del presidente Raúl Castro a su homólogo Barack Obama durante la cumbre este sábado, un nuevo lenguaje está tomando forma.
Para el líder cubano, la honestidad de Obama obedece a su origen humilde.
También dijo que ha leído los libros de Obama. "Me he leído algo de su biografía, dos libros, no completos".
"Diez presidentes (de EE UU) tienen deudas con nosotros, pero no el presidente Obama", dijo Castro en su discurso sobre los mandatarios que EE.UU. ha tenido desde el comienzo de la "revolución cubana", en 1959.
Es cierto que Castro pidió el fin del "bloqueo" y siguió refiriéndose al imperialismo de EE.UU. pero esto último lo hizo cuando hablaba del pasado.
El sorprendente reconocimiento sobre Obama añadido al encuentro histórico entre ambos líderes, el primero entre mandatarios de esos dos países en casi 60 años, simbolizan el giro a las relaciones bilaterales que ambos anunciaron en diciembre.
Como dice el enviado especial de BBC Mundo a la Cumbre de las Américas, Will Grant, el mensaje del presidente Obama en Panamá fue claro: "la Guerra Fría con Cuba se ha acabado".
¿Podría este proceso de entendimiento verse truncado?, ¿Volverá la retórica de la confrontación?
Según Grant, es poco probable. "Aquí, el espíritu ha sido de cooperación, de nuevos comienzos, de hacer historia y de dejar el pasado atrás. Sin duda, hay miembros del Congreso de los EE.UU. que espera impedir el progreso del diálogo con Cuba".
"Pero como en todos los deshielos, una vez que comienza el proceso, adquiere vida propia y es muy difícil que sea detenido".
El proceso para restablecer relaciones diplomáticas está siendo lento pero se mantiene firme desde que el 17 de diciembre, Castro y Obama realizaran discursos televisados simultáneos para hacer el anuncio de entrada en una nueva era.
Solo un día antes del comienzo de la cumbre, Obama dijo que el Departamento de Estado había recomendado retirar a Cuba de la lista estadounidense de Estados que esponsorizan el terrorismo.
Su presencia en esa lista había sido un gran obstáculo para reanudar los lazos y se espera que pronto se efectúe la retirada.
Ambos países siguen sin reabrir sus embajadas pero ahora parece que la cuestión no es si realmente eso sucederá, sino más bien cuándo.
Disculpas
Sin embargo, como advierte desde Panamá la editora de Latinoamérica de la BBC, Vanessa Buschschluter, en el camino ambos países están tropezando.
Hace menos de un mes, Raúl Castro criticó a Obama por declarar a Venezuela, aliada de Cuba, una amenaza para la seguridad nacional estadounidense.
Dijo que "EE.UU. necesita comprender de una vez por todas que no puede seducir o comprar a Cuba, igual que no puede intimidar a Venezuela".
Y en su discurso en la cumbre, Castro llegó a apasionarse tanto mientras hablaba de la revolución liderada por él y su hermano Fidel que tuvo que hacer una pausa.
"Pido disculpas al presidente Obama y a otros por expresarme así, yo mismo le dije que la pasión se me sale por los poros cuando de la revolución se trata".
Pero parece haber un acuerdo mutuo en que los desacuerdos están permitidos, apunta Buschschluter.
En una rueda de prensa tras el encuentro, Obama calificó su conversación con Castro de "franca".
"Somos capaces de hablar honestamente sobre nuestras diferencias y preocupaciones", dijo.
Y enfatizó que EE.UU. no dejará de hablar sobre derechos humanos y democracia, dos aspectos que Washington considera ausentes en la isla.
Pero la manera de resolver estos problemas, dijo Obama, es por medio de la persuasión y no de la confrontación.
Cuba por su parte, no cambiará su régimen político, advirtió Castro.
Pero lo que sí parece haber cambiado, y parece una gran novedad, es el lenguaje para referirse al que muchos en la isla se habían acostumbrado a considerar como enemigo.