Gustavo Romanillos Arroyo, Universidad Complutense de Madrid

El impacto de distintas enfermedades en la arquitectura y el urbanismo se ha manifestado en múltiples aspectos, como bien recoge la historiadora de arquitectura Beatriz Colomina en su reciente libro X-Ray Architecture.

La tuberculosis estuvo muy presente en las propuestas urbanas y arquitectónicas de finales del siglo XIX y sobre todo en los principios del XX. Fueron promovidas por arquitectos del movimiento moderno como Le Corbusier, Aalto o Neutra, que buscaban crear espacios soleados y ventilados.

El cólera, la otra gran pandemia del siglo XIX, había provocado previamente una serie de reformas sanitarias en grandes ciudades como Londres o París. En la capital francesa se produjo la gran renovación urbana de Haussmann, que supuso la demolición de cerca de 20 000 edificios para abrir las grandes avenidas que conocemos hoy.

Tras aquella legendaria operación, no hubo solo motivaciones sanitarias; también se buscó aumentar el control sobre los ciudadanos. Un tema de mucha actualidad, que tiene este y otros precedentes. De hecho, también es histórica la relación entre las grandes pandemias y la vigilancia de los ciudadanos, como revelan distintos estudios de Foucault.

Sin embargo, las grandes transformaciones urbanas no han sido siempre planificadas.

Las ciudades, producto de los ciudadanos

En las últimas décadas, hemos comenzado a estudiar el comportamiento de las ciudades como organismos vivos. A entender los sistemas urbanos como sistemas complejos donde los grandes cambios son, en esencia, el resultado de las decisiones de los individuos que conformamos la sociedad.

De acuerdo a este planteamiento, las ciudades serían sistemas emergentes. Presentarían lo que en el campo de la física se conoce como propiedades emergentes, propiedades que presentan igualmente los hormigueros o las colonias de abejas, como explica Steven Johnson.

En un hormiguero, ninguna hormiga dirige al resto, ninguna planifica las acciones. Sin embargo, las colonias de hormigas son sistemas de gran organización, sofisticación y éxito evolutivo. En estos sistemas, cierto orden y ciertas propiedades emergen como consecuencia de las pequeñas acciones individuales de las hormigas.

Este nuevo enfoque supone un cambio importante. Por su naturaleza como sistema emergente, las ciudades no son solo el fruto de la planificación urbana (orden top-down). Son también el resultado de nuestras acciones y decisiones particulares como ciudadanos (orden bottom-up).

Este planteamiento arroja sobre cada uno de nosotros un papel de mayor protagonismo y, por tanto, de mayor responsabilidad.

Efectos negativos de la COVID-19 en las ciudades

Como apuntaba recientemente Colomina, las repercusiones dependerán en buena medida de cuánto dure la pandemia y de las decisiones que instituciones y ciudadanos tomemos durante este tiempo.

En cualquier caso, es posible apuntar ya a algunos efectos negativos y otros positivos que la COVID-19 está produciendo en las ciudades.

Entre los efectos negativos, podemos destacar algunos cambios preocupantes en cuanto a movilidad, como el incremento del vehículo privado frente a la caída del transporte público, especialmente durante los meses más duros de la pandemia.

En Madrid, los datos publicados en un estudio sobre la evolución de la movilidad del Ayuntamiento indican que los viajes en transporte público llegaron a caer hasta 11 puntos, suponiendo tan solo el 25 % sobre el total de los viajes realizados con origen o destino en el municipio. Durante este periodo, los viajes en vehículo privado presentaron una subida de 9 puntos, colocándose en primer lugar con el 44 % de los viajes.

En las grandes ciudades, el transporte público desempeña un papel fundamental en el equilibrio urbano. El descenso en su uso y el aumento de los viajes en vehículo privado conducen inevitablemente a una mayor congestión y contaminación de la ciudad.

Muchas ciudades están promoviendo distintas medidas para evitar este cambio de tendencia, como el aumento de frecuencia de los viajes para reducir la densidad de viajeros en los vehículos. Aunque los resultados son relativamente positivos y se ha recuperado demanda en las últimas semanas, estamos lejos de la situación precovid.

Ciudades más dispersas

Otro efecto negativo puede ser el cambio de modelo residencial, de la vivienda colectiva en los centros urbanos a la vivienda unifamiliar en la periferia. Esta tendencia ha sido revelada por compañías como Idealista, en base al análisis de los datos de su portal de alquiler y venta de viviendas.

La dimensión de esta tendencia dependerá de la duración de la pandemia, por un lado, y por otro, de las nuevas dinámicas de teletrabajo, que apuntan a consolidarse, en cierta medida, de manera permanente.

Estos cambios pueden suponer un fuerte golpe al modelo de ciudad sostenible, basado en la densidad y la mezcla de usos, que se trata de promover desde instituciones como Naciones Unidas. Un modelo que cuenta con el apoyo de estudios científicos, como el recientemente publicado por un equipo multidisciplinar del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Es importante crear conciencia sobre el impacto que esta tendencia podría producir. El modelo de sprawl o ciudad dispersa, típico en ciudades de Estados Unidos, no permite el mismo acceso a servicios que la ciudad densa. No es posible mantener una oferta variada y próxima de equipamientos como centros médicos o educativos.

Valga un ejemplo: en Londres, ciudad poco densa, la distancia media a los colegios es casi el doble que en Madrid o Barcelona, a pesar de que la capital británica está cerca de duplicar el número de escuelas per cápita que presentan estas ciudades españolas, de mayor densidad.

Las consecuencias de la dispersión urbana podrían ser una reducción importante de nuestra calidad de vida y un deterioro ambiental considerable, por el mayor consumo de energía y territorio.

Cambios urbanos positivos de la actual pandemia

Por otro lado, es posible destacar algunos efectos positivos de la pandemia en las ciudades. En cuanto a la movilidad, a pesar de lo anteriormente señalado, hay que celebrar el aumento de la movilidad activa, es decir, de la movilidad peatonal y ciclista.

Los mismos datos de Madrid citados previamente, muestran un incremento del uso del sistema de bicicleta pública (BiciMAD) de hasta el 14 %, siendo actualmente un 10 % superior al del año pasado en la misma fecha. Además, otras ciudades están promoviendo planes ciclistas que buscan trascender la duración de la pandemia.

También debemos subrayar que distintas ciudades están apostando por promover la ciudad compacta, como París, con su apuesta por la ciudad de los 15 minutos. Se trata de una idea nada novedosa (el papel de la proximidad en la sostenibilidad urbana se ha defendido desde hace décadas), pero bien promocionada bajo ese eslogan.

Finalmente, también podemos destacar un novedoso proceso de desgentrificación del centro de algunas ciudades. Debido a la presión turística entre otras causas, los procesos de gentrificación habían acabado por expulsar a los residentes locales de los centros de ciudades como Madrid o Barcelona. Ahora, se están viendo inesperadamente revertidos.

Sin ánimo de celebrar la caída del turismo en general, este fenómeno en los centros turísticos de las ciudades ha provocado la vuelta al alquiler residencial de una importante cantidad de vivienda turística. Esto ha causado un aumento de la oferta de vivienda en alquiler, hasta más del doble en el caso de Madrid, y una caída del precio de venta, como muestran los datos de Idealista.

Como organismo vivo, las ciudades se adaptarán rápidamente a los cambios que provoque esta pandemia. En esta adaptación, el papel de instituciones y ciudadanos dentro de este sistema complejo es determinante. De la suma de las decisiones que tomemos cada uno, emergerá, en buena medida, un modelo u otro de ciudad.

Gustavo Romanillos Arroyo, Profesor del Departamento de Geografía y Coordinador del Máster en Ciudades Inteligentes y Sostenibles, Universidad Complutense de Madrid

This article is republished from The Conversation under a Creative Commons license. Read the original article.

 

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