Entre 2006 y 2014, la policía de México reportó como robadas o perdidas unas 17 mil armas de fuego, según datos oficiales.

Expertos aseguran que esas piezas sirven para alimentar el mercado negro de armamento.

La cifra ilustra la magnitud del desafío que implica el control de armas en América Latina, señalada por informes de Naciones Unidas como una de las regiones más violentas del mundo.

Es uno de los problemas que aspiran a resolver los países y las organizaciones no gubernamentales que impulsaron el Tratado de Comercio de Armas (TCA), aprobado por la ONU en abril de 2013.

Esta semana se realizó en Cancún, México, la primera conferencia de los estados parte de este acuerdo, en la que participaron delegaciones de un centenar de países, incluyendo los 15 estados latinoamericanos firmantes.

Sólo cinco países de América Latina no forman parte del TCA: Cuba, Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia optaron por quedar fuera del mismo y se abstuvieron de aprobarlo en la Asamblea General de la ONU, al igual que otros 18 estados, entre los cuales estaban China y Rusia.

BBC Mundo indaga en las razones de la reticencia de estos 5 países latinoamericanos a sumarse a este acuerdo.

Hito histórico

La aprobación del TCA en abril de 2013 fue celebrada por la comunidad internacional como un logro importante de la diplomacia.

El acuerdo regula la importación y exportación de armamento convencional, lo que incluye desde aviones y helicópteros de combate, hasta lanzamisiles y armas pequeñas y ligeras.

"Es el primer tratado que establece una relación entre las reglas de comercio y la normativa internacional de derechos humanos, por lo que supone un hito histórico", afirma Alberto Estévez, quien lideró el equipo de Amnistía Internacional encargado de hacer cabildeo ante los gobiernos durante la negociación del acuerdo.

"Su premisa básica es que no se deben autorizar armas para cometer atrocidades, que los gobiernos no deben permitir la venta de armas cuando existe un riesgo sustancial de que puedan ser usadas para torturar, ejecutar o contribuir a la violencia armada", explica.

María Fernanda Arocha, investigadora del Centro de recursos para el análisis de los conflictos (Cerac), de Colombia, destaca la importancia de la regulación del comercio legal de armamento.

"La mayor parte de las armas tiene un origen legal, pero luego se desvían al mercado ilegal", apunta.

La especialista subraya la relevancia del TCA para América Latina. "Es una región propensa a la violencia armada y el TCA busca evitar el uso de armas por parte de grupos ilegales o bandas delincuenciales. Es decir, que las armas no se desvíen de su uso legítimo".

Argumentos para la abstención

Durante el debate final para la aprobación del TCA en la ONU, los cinco países latinoamericanos que se abstuvieron expresaron su inconformidad con el texto en términos coincidentes.

Cuba señaló que el acuerdo contenía múltiples ambigüedades y vacíos legales al no mencionar a los actores no estatales, como los grupos subversivos, y que contravenía el principio de no intervención en los asuntos de otros estados.

Esa omisión fue calificada como "peligrosa" por Nicaragua, que afirmó que en la década de 1980 su país fue víctima de la acción de actores no armados estatales (los llamados Contra), que costó decenas de miles de vidas.

Venezuela argumentó que el texto era susceptible a manipulaciones políticas. Además, cuestionó que no abordaba el tema de la sobreproducción de armas por parte de los principales exportadores y no mencionara el delito de agresión.

Bolivia criticó que el texto no reflejara la necesidad de impedir las ventas de armas a los países implicados en la invasión o en la ocupación de otros estados.

Apuntó que carecía de un equilibrio entre los países exportadores e importadores, lo que afectaría las necesidades de defensa de estos últimos.

Ambas preocupaciones fueron expresadas también por Ecuador, que destacó que el texto favorecía los intereses de los exportadores y podía poner en peligro la seguridad de los países importadores de armas.

Razones ideológicas

Alberto Estévez, de Amnistía Internacional, señala que esos argumentos también los expresaban países como Pakistán, Egipto o Argelia, pero no se correspondían con lo que estaba en discusión.

"La seguridad nacional, el derecho a importar armas o la diferencia entre exportadores e importadores no se abordaban directamente en el tratado. Nadie cuestionaba el derecho a importar armas ni el negocio de la compra y venta de armas, que es una actividad lícita", apunta.

Irma Pérez Gil, una de las responsables de AI para el diálogo con los países latinoamericanos durante la negociación, afirma que esos países decían que no querían estar sometidos a las decisiones subjetivas y arbitrarias de los exportadores.

"Estaban temerosos de no poder importar armas para sus policías y ejércitos, pero eso no va a suceder porque el TCA establece que el comercio legítimo de armas para la seguridad de los estados es viable y necesario", apunta.

Destaca que lo que se regula es la venta de armas a Estados que cometen graves violaciones a los derechos humanos y que además se busca evitar que haya desvíos y las armas queden en manos del crimen organizado. "Por esa razón, el resto de países de América Latina y el Caribe están totalmente a favor del tratado", señala.

Estévez lamenta la falta de flexibilidad de esos cinco países. "Parecía una posición más ideológica que una postura basada en razonamientos con datos y abierta a modificarse, como ocurrió con otros países con los cuales se acercaron posturas a través de un diálogo franco", afirma.

Iniciativa latinoamericana

El Tratado de Comercio de Armas tiene su origen en una iniciativa del expresidente de Costa Rica Oscar Arias, quien luego obtuvo el apoyo de otros ganadores del premio Nobel de la Paz, incluyendo a los latinoamericanos Rigoberta Menchú y Adolfo Pérez Esquivel.

Durante las negociaciones, el TCA contó con un fuerte respaldo de varios países latinoamericanos como México, Uruguay, Argentina, Chile, Colombia y El Salvador.

Un texto que gana apoyos

El Tratado de Comercio de Armas fue aprobado el 3 de abril de 2013 con 154 votos a favor, 23 abstenciones y los votos en contra de Corea del Norte, Siria e Irán.

Desde entonces ha sido ratificado por 72 países, incluyendo 8 procedentes de América Latina, región dónde se espera que en un plazo breve logre otras tres confirmaciones: de Colombia, Chile y Guatemala.

De acuerdo con datos de la Secretaría Temporal del TCA, hay otros 59 países que han firmado el texto pero aún no lo han ratificado, incluyendo a países como Estados Unidos e Israel.

De las cinco potencias permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, que además forman parte del grupo de principales exportadores de armamento del mundo, sólo Rusia y China no han firmado el acuerdo.

Pekín anunció en la ONU su intención de evaluar seriamente la posibilidad de incorporarse al tratado, según reveló la ONG Oxfam el año pasado, y esta semana ha participado activamente en la cumbre de Cancún.

En ese encuentro se definía la letra pequeña del TCA, pues los estados parte acordaban las reglas de funcionamiento del mismo.

De esas definiciones puede depender el que más estados decidan sumarse al Tratado pues, según Alberto Estévez de AI, muchos países están esperando a ver cómo funciona para dar un paso al frente. Queda por ver si alguna de esas nuevas incorporaciones provendrá de América Latina.

Publicidad