Londres recuerda este martes a los 52 muertos de los atentados en el metro y el autobús de Londres de 2005, cuando se cumplen diez años exactos.
El primer ministro británico, David Cameron, y el alcalde de Londres, Boris Johnson, depositaron una corona de flores ante el monumento a las víctimas y observaron un minuto de silencio cuando estalló la primera de las cuatro bombas.
Los actos llegan casi dos semanas después de que 30 turistas británicos murieran acribillados en una playa de Túnez junto a ocho de otras nacionalidades.
El 7 de julio de 2005 cuatro islamistas se suicidaron haciendo estallar tres bombas en diferentes metros de la ciudad y una cuarta en un autobús, matando a 52 personas e hiriendo a 700, muchas con amputaciones y heridas de por vida.
"Diez años después de los atentados del 7 de julio, la amenaza del terrorismo continúa siendo tan real como sangrienta", dijo Cameron.
"El asesinato de 30 británicos inocentes que estaban de vacaciones en Túnez es un recuerdo brutal de este hecho. Pero nunca nos acobardaremos ante el terrorismo", añadió.
En los diez años transcurridos entre los dos atentados, Gran Bretaña ha reforzado la legislación antiterrorista e intensificado su preparación para emergencias, pero el número de británicos que viaja a Siria e Irak para unirse a los yihadistas se ha multiplicado.
Las cosas han cambiado también en el frente islamista. Los cuatro suicidas del 7 de julio de 2005 se dijeron inspirados por Al Qaida, mientras que la masacre de Túnez del 26 de junio, en la que murieron 38 turistas, fue reivindicada por un grupo del que no se hablaba hace 10 años, el Estado Islámico.
Las ceremonias seguirán con un servicio religioso en la catedral de Saint Paul al que acudirán las familias de las víctimas y los sobrevivientes.
El país observará un minuto de silencio a las 10H30 GMT, después de haber hecho el mismo gesto el pasado viernes en honor de los muertos de Túnez.
Un Londres más hospitalario
La primera de las bombas estalló a las 8h50, en un metro que estaba entre las estaciones de Aldgate y Liverpool Street. En menos de un minuto, estallaron las otras dos, una en un tren en Edgware Road y otra en uno que estaba entre King's Cross y Russell Square.
A las 09H47 estalló la cuarta, en el autobús número 30, cuando estaba en la plaza Tavistock.
Se trata de lugares muy céntricos y trenes muy concurridos a esas horas, y hay un caso de una mujer, Miriam Hyman, de 31 años, que escapó a las primeras bombas del metro para morir en el autobús.
Este martes se podían ver carpas blancas a las salidas de esas estaciones para que las familias que se acercaron a recordar a los suyos puedan llorarlos a resguardo de las cámaras y el público.
Dos semanas después de la tragedia, el 21 de julio de 2005, se produjo una serie de ataques frustrados también en el transporte público.
Los atentados tuvieron una consecuencia trágica el 22 de julio, cuando el electricista brasileño Jean-Charles de Menezes fue acribillado por la policía en la estación de metro de Stockwell al creer que iba a perpetrar un atentado.
Un mosaico en la estación recuerda al brasileño, ante el que se reunirán familiares y amigos en un par de semanas, cuando se cumplan exactamente diez años de su muerte, explicó una portavoz de la familia.
Londres sufrió los atentados sólo un día después de que le concedieran la organización de los Juegos olímpicos de 2012, que cambiaron parte de la ciudad, y fueron el segundo gran ataque a una ciudad europea en poco más de un año, después de los atentados contra varios trenes en Madrid, el 11 de marzo de 2004, en que murieron casi 200 personas.
El alcalde Boris Johnson estimó que los autores de los atentados en la capital británica "no lograron su objetivo".
Los agresores "no cambiaron ni un ápice la esencia de Londres, y eso es lo que hace a esta ciudad grande".
"Es más", agregó, Londres "se ha ido fortaleciendo y fortaleciendo en los 10 años transcurridos desde entonces".
"Creo que mucha gente coincidirá en que Londres se ha vuelto más cosmopolita, más hospitalaria", sentenció.