Poco después de que David Cameron asegurara su puesto en el gobierno británico con una mayoría absoluta, el líder laborista, Ed Miliband, anunció su renuncia al partido por la aplastadora e inesperada derrota.

Aplastadora, porque Cameron logró superar en casi cien escaños a los laboristas. Inesperada, porque todas las encuestas previas al día de las elecciones aseguraban que esta carrera sería la más reñida en Reino Unido en cuatro décadas.

Ipsos/Mori, una encuestadora muy respetada en Reino Unido, preveía que los conservadores ganarían el 36% de los votos, mientras que los laboristas se ubicarían sólo un poco más atrás con el 35%.

El jueves el diario británico The Guardian puso a los laboristas un punto arriba de los conservadores, según una encuesta de ICM.

En tanto, un grupo de investigadores de la Universidad de Anglia del Este, dijo en su última proyección del jueves pasado que los conservadores obtendrían 278 escaños en el Parlamento contra los 267 de laboristas.

De cualquier forma, ninguna proyección se acercaba al resultado final, con la aplastadora victoria de los conservadores de Cameron con 329 escaños, muy lejos de los 232 de los laboristas. 

La pregunta que ahora necesariamente se hacen los británicos es cómo pudieron estar tan equivocadas las encuestas.

Según el diario estadounidense The New York Times, la cuestión sobre la precisión de los sondeos se dificulta en la era de la inmediatez tecnológica, ya que es más complejo predecir el comportamiento de los votantes.

Fue tal el nivel de esceptisismo de los británicos ante los sondeos a boca de urna de la noche del jueves que prefirieron obviar las “exit polls”.  Paddy Ashdown, el ex líder de los líberales demócratas dijo en señaló en vivo: “me comeré mi sombrero públicamente” si los primeros sondeos resultaban ser ciertos.

Alberto Nardelli, editor de datos de The Guardian, aseguró que no se podía explicar de forma sencilla qué sucedió con las encuestas.

“Podría ser simplemente que las personas le mintieron a los encuestadores, que se sintieron avergonzados o que realmente tuvieron un cambio de opinión a último momento”, escribe. “O podría ser que hay mayores desafíos para la industria encuestadora, dado –por ejemplo-  que son muy pocas las personas que usan las líneas de teléfono o que las encuestas en internet se basan en ejemplo de selección automática”.

En tanto, Peter Kellner, presidente de YouGov, en conversaciones con The Telegraph culpó a los votantes sobre las encuestadoras. “Lo que parece haber salido mal es que la gente dijo una cosa y luego hicieron otra en las urnas”, advirtió Kellner. 

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