AFP
El Consejo de Seguridad de la ONU votará el lunes sobre un nuevo proyecto de resolución que propone enviar observadores a Alepo, donde las operaciones habían sido aplazadas por el régimen tras un ataque de hombres armados a autobuses que evacuaban a civiles.
Después de extensas negociaciones el domingo, los 15 miembros del Consejo de Seguridad acordaron que votarán el lunes (14H00 GMT) un nuevo proyecto de resolución que prevé el envío de observadores a Alepo para supervisar las evacuaciones, un texto calificado de "bueno" por parte del embajador ruso Vitali Churkin.
Moscú --gran aliado de Damasco-- siempre ha opuesto su veto a las resoluciones concernientes a Siria, pero la embajadora estadounidense Samantha Power ha dicho que esta vez espera un "voto unánime".
El embajador francés François Delattre indicó a la prensa que se logró un compromiso sobre un texto "basado exactamente" en el proyecto francés, que propone el despliegue de observadores internacionales para monitorear la evacuación de los civiles de Alepo y su protección.
Dijo sin embargo, que algunos delegados deberán consultar a sus gobiernos antes de dar su acuerdo definitivo.
Los observadores no tendrán necesidad de una autorización del gobierno sirio para su despliegue, señaló Delattre.
Una vez que la evacuación de Alepo concluya, el régimen proclamará la reconquista total de la ciudad, sellando su mayor victoria desde el inicio de la guerra en 2011, que ha dejado más de 310.000 muertos y ha provocado el desplazamiento de la mitad de la población del país.
Unas 350 personas pudieron ser evacuadas el domingo por la noche del reducto rebelde de Alepo, indicó a la AFP un responsable médico, pese a que las operaciones habían sido aplazadas por el régimen tras un ataque de hombres armados a autobuses que evacuaban a civiles.
"Cinco autobuses que transportaban 350 personas llegaron del este de Alepo, de los barrios asediados", indicó a la AFP Ahmad al Dbis, jefe de una unidad de médicos y voluntarios que coordinan la evacuación cerca de Jan al Assal, territorio rebelde al oeste de la metrópolis donde llegan los evacuados.
"Están en un estado lamentable, no han comidos, no han bebido, los niños se resfriaron", explicó Al Dbis.
El director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), Rami Abdel Rahman, señaló que Rusia y de Turquía habían empujado a Damasco a autorizar la salida de ese convoy, llegado al último de los controles del régimen. Los pasajeros se negaban a regresar al punto de partida, subrayó.
Este domingo, una veintena de autobuses que iban a entrar en Fua y Kafraya, localidades chiitas asediadas por los rebeldes a unos 60 km al oeste de Alepo, fueron atacados e incendiados por hombres armados.
Frío glacial
Hambrientas y ateridas de frío, miles de personas esperaron durante todo el día concentradas en el barrio de Al Amiriyah, punto de partida de los primeros convoyes que el jueves abandonaron la ciudad antes de que la evacuación fuera suspendida.
La evacuación fue interrumpida el viernes por divergencias sobre el número exacto de personas que debían salir de Fua y Kafraya, localidades chiitas asediadas por los rebeldes a unos 60 km al oeste de Alepo.
El nuevo acuerdo alcanzado entre los beligerantes, con el beneplácito de Turquía, apoyo de los rebeldes, y Rusia e Irán, aliados del régimen, había permitido la entrada de decenas de autocares "bajo la supervisión de la Cruz Roja y el Comité Internacional de la Cruz Roja", según los medios oficiales.
Un responsable rebelde confirmó por su parte un nuevo acuerdo para evacuar Alepo, Fua y Kefraya en dos etapas, una primera con la mitad de la gente sitiada en Alepo en paralelo a la evacuación de 2.500 personas de Fua y Kefraya, y una segunda fase, en la que otros 1.500 abandonarán esas ciudades chiitas, mientras el mismo número de personas dejarán Zabadani y Madaya, dos ciudades rebeldes cercadas por el régimen.
Miles de habitantes más, entre ellos muchos niños, seguía esperando en el frío glacial para no quedarse fuera del siguiente convoy.
Algunos habían sacado ropa de sus maletas y les habían prendido fuego para entrar en calor, frente a unas temperaturas que llegaban a los -6 grados.
La situación humanitaria se hace cada vez más catastrófica para los civiles bloqueados, entre ellos muchos niños, que pasan la noche en las ruinas de los inmuebles, privados de agua potable y comida, agotados, sobreviven comiendo dátiles.
En el último hospital del sector rebelde, decenas de heridos y enfermos han empezado a morir por la falta de medios, según los médicos. Las condiciones del establecimiento son penosas, con los pacientes acostados en el suelo y sin apenas calefacción.
Un fisioterapeuta, Mahmud Zaza, aseguraba que sólo quedaban "tres médicos, un farmacéutico y tres enfermeros" en la zona.