"La noche fue un infierno" dice Christos Sfetsas frente a su almacén calcinado, entre pinos carbonizados, lamentado los "enormes daños" sufridos por su pueblo en las afueras de Atenas, en llamas desde el martes.

Restos de casas calcinadas, pueblos desiertos, el cielo de Atenas oscurecido por el humo: el siniestro, a punto de ser dominado el miércoles, comenzó la víspera en un pinar al pie del monte Parnes, una de las tres colinas que enmarcan la capital.

Al igual que otros cientos de habitantes, Christos salió de su casa en Varympompi el martes por la tarde, después de la orden de evacuación, mientras el fuego se propagaba incontrolable. "Los daños materiales son enormes, por no hablar del bosque", constata el septuagenario, descubriendo "el desastre" a su regreso el miércoles al amanecer.

"Las llamas rozaron nuestra casa pero afortunadamente no sufrió ningún daño", explica a la AFP.

A 30 km al norte de Atenas, Varympompi, pulmón de la capital, es un lugar muy frecuentando por los atenienses. "Antaño un paraíso", Varympompi se ha convertido ahora en "un lugar arrasado" por las llamas, lamenta Christos.

Tabernas, empresas y viviendas no son más que esqueletos carbonizados, de los que se escapa todavía humo. Hay coches y pinos quemados. Desde la plaza central parece un pueblo fantasma sin habitantes, observó un periodista de la AFP a primera hora de la mañana del miércoles.

Más de 300 personas habían sido evacuadas el martes por la noche de Varympompi y otras dos aldeas vecinas. La policía informó haber ayudado a escapar a 70 personas rodeadas por las llamas.

El incendio no causó víctimas, pero según las estimaciones preliminares, cerca de 80 casas y unas 30 empresas sufrieron graves daños. Helicópteros y aviones bombarderos de agua sobrevolaron la zona el miércoles y uno de los cuatro frentes seguía activo, pero la situación era "mejor", según el viceministro de Protección Civil Nikos Hardalias.

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