El 9 de febrero dos niñas entraron a un campamento para personas desplazadas en el noreste de Nigeria. Llevaban escondidos bajo su ropa chalecos explosivos. Minutos después oucrrió la explosión.
La mayoría de las 58 personas que murieron en el campamento eran mujeres y niños.
Las encargadas del ataque suicida habían sido elegidas por el grupo extremista Boko Haram.
Con ellas iba una tercera niña que, después se supo, había decidido no detonar su chaleco explosivo cuando vio a sus padres en el campamento.
La menor le contó a la BBC que habían sido secuestradas por Boko Haram un año antes. Si participaban en la misión suicida, les dijeron los extremistas, se irían al paraíso.
Sus historias no son únicas.
Principalmente niñas
El número de menores que están siendo utilizados por Boko Haram para llevar a cabo ataques "suicidas" se ha incrementado drásticamente en un año: de 4 en 2014 a 44 en 2015, según cifras compiladas por UNICEF.
Y más de 75% son niñas.
"Es una lógica perversa", le dice a BBC Mundo Laurent Duvillier, portavoz de la organización en África del este. "Porque los niños no saben lo que están haciendo y los adultos no se imaginan lo que está a punto de a ocurrir".
"La detonación de los explosivos muchas veces ocurre a distancia. Los adultos ven a un niño que busca agua, que quiere entrar y ¿qué haces?: lo dejas entrar".
Esta "lógica perversa" del grupo extremista, que opera en Nigeria, Camerún, Chad y Níger, está provocando que las comunidades comiencen a ver a los niños como amenazas para su seguridad, explica Duvillier.
Y esto, a su vez, está teniendo consecuencias destructivas para las comunidades donde nadie confía en nadie, ni siquiera en los niños.
Sin opciones
Tal como explica Laurent Duvillier, hay numerosas teorías sobre cómo Boko Haram está forzando a los niños a llevar a cabo los ataques.
"Lo que sabemos es que el 75% de los menores utilizados son niñas. Boko Haram se está aprovechando de la vulnerabilidad de las niñas que ha secuestrado, violado y explotado sexualmente".
"Cuando las secuestran les dicen que tienen que elegir: o se casan con un miembro del grupo o las matan. Y creemos que lo mismo ocurre con los atentados: o hacen lo que les ordenan o las matan".
Los menores no saben lo que están haciendo, ni saben que transportan una bomba, dice Duvillier.
Se les dice que son "mensajeros" y que deben llevar un "paquete" a determinado lugar. Y una vez allí, Boko Haram hace detonar los explosivos a distancia.
Ha habido informes de que las niñas a menudo son drogadas para llevar a cabo el ataque.
También se habla del uso de rituales religiosos para convencerlas.
Testigos han dicho que transportan las bombas escondidas bajo sus velos musulmanes, o que las llevan en la espalda simulando que transportan un bebé.
Lo cierto es que una niña que ha sido separada de sus padres, sistemáticamente violada y abusada es mucho más vulnerable psicológica y emocionalmente para llevar a cabo lo que le ordenen.
Y Boko Haram se está aprovechando de esta vulnerabilidad, indica Duvillier.
Estigma
Los niños que logran escapar o son liberados del grupo extremista, enfrentan otra lucha: el estigma y la discriminación de sus comunidades.
Muchas de las niñas que regresan a sus pueblos llegan embarazadas o con bebés nacidos como resultado de la violencia sexual de Boko Haram.
"He escuchado a los padres decir cosas horribles", cuenta Laurent Duvillier. "Dicen que 'el hijo de una serpiente es una serpiente', porque creen que la perversidad se transmite genéticamente. Y dicen que esas niñas y sus bebés ya no son parte de comunidad, son parte de Boko Haram".
"Estas niñas están siendo tres veces víctimas: víctima de un secuestro, víctima de una explotación sexual y víctima del rechazo de su comunidad".
Boko Haram está creando una generación de niñas sacrificadas y rechazadas en sus propios países, y comunidades donde por miedo y sospecha ya no se percibe a los niños como niños.
"Ahora tenemos un enorme trabajo tratando de convencer a los líderes comunitarios y religiosos para que vean a estas niñas como víctimas y faciliten su reintegración a la comunidad y a sus familias", concluye el portavoz de UNICEF.