Hace casi cuatro décadas, en 1984, Estados Unidos fue testigo de uno de los casos más impactantes: la venganza de un padre que mató frente a las cámaras de televisión al acusado de violar a su hijo de 12 años.

Gary Plauche y su esposa June tenían cuatro hijos. Tres de los pequeños fueron inscritos para tomar clases de kárate junto a Jeff Doucet en Baton Rouge, capital del estado de Luisiana.

El profesor, de 25 años, comenzó a ganarse la confianza de los padres, luego de diversas entrevistas en donde él se jactaba de haber clasificado a cinco niños a competencias importantes, incluso uno de ellos ganando el certamen.

Hasta que Gary y June se divorciaron y el padre se marchó de la casa. Fue en ese momento donde Jeff aprovechó de mostrarse como un apoyo para la madre y acercarse a los niños. Tanto así que en un punto entraba y salía de la casa cuando quería, pasando mucho tiempo a solas con Jody, uno de los hijos del matrimonio.

El profesor de kárate le preguntó al niño si quería ir a California, algo a lo que el pequeño accedió. “No quiero que la gente piense que te estoy llevando a la fuerza”, le dijo el hombre al menor.

Según consignó The Washington Post, la invitación se convirtió en un secuestro y la madre no supo más del pequeño por cuatro días, plazo en el que recibió una llamada del hombre pidiéndole que trajera a sus otros hijos para que vivieran “todos juntos”.

June, advirtiendo que Doucet estaba fuera de sí, dio aviso al FBI. El 29 de febrero de 1984 las autoridades lograron capturar al secuestrador y recuperaron al niño, quien pedía quedarse con él tras haber sido manipulado por su captor.

El investigador del caso le informó a la madre que el profesor de kárate reconoció “haber tenido relaciones sexuales con Jody, con todos los detalles grotescos”, abuso confirmado más tarde con los exámenes físicos.

Además, cuando el niño fue rescatado tenía el pelo teñido de color negro, pues Doucet planeaba hacerlo pasar por su hijo para no levantar sospechas.

Una vez conocido el caso, el padre reapareció para vengarse del abusador. Gary Plauche llegó hasta el aeropuerto de Baton Rouge, esperando el vuelo que llevaba de vuelta al violador y secuestrador de su hijo, escoltado por personal del FBI.

Gary usó un teléfono para contarle a un amigo lo que planeaba hacer, ubicándose en la misma zona por donde pasaría el pedófilo.

Las cámaras de televisión, siguiendo el traslado del violador, captaron el instante preciso en que Gary se da vuelta, apunta a quemarropa y le da un disparo en la cabeza a Doucet, quien terminó falleciendo en un centro asistencial cercano.

El padre quedó en libertad bajo fianza –100 mil dólares– la que fue pagada por su amigo y aspirante a fiscal del distrito Foxy Sanders.

Gary recibió además el apoyo de la opinión pública y un informe psiquiátrico estableció que padecía una “profunda depresión”, lo que habría motivado su actuar.

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