La histórica dinastía Assad, que gobernó Siria durante más de cinco décadas, llegó a su fin tras la ofensiva rebelde que culminó con la caída del régimen de Bashar al-Assad.
Según informó la agencia rusa Ria Novosti, el expresidente y su familia aterrizaron en Moscú, donde se les otorgó asilo humanitario.
Este desenlace pone fin a 13 años de guerra civil que devastaron al país y dejaron cientos de miles de muertos, millones de desplazados y una Siria dividida.
Bashar al-Assad, nacido en 1965, asumió el poder en 2000 tras la muerte de su padre, Hafez al-Assad, quien había gobernado Siria desde 1971.
De profesión médico, al-Assad, no estaba en los planes de su padre para ser sucesor. Mientras estudiaba un post grado en oftalmología en Londres, su hermano mayor y quien era preparado para ser el futuro presidente, Basel al-Ásad, murió en un accidente automovilístico en cercanías al Aeropuerto de Damasco.
La tragedia motivó a la familia al Assad a hacer un cambio de planes y preparar a Bashar como el heredero, lo que se materializó en el 2000.
Aunque inicialmente Bashar era considerado una figura moderada y reformista, su mandato estuvo marcado por una represión brutal, especialmente a partir de 2011, cuando estallaron protestas prodemocráticas en el marco de la Primavera Árabe.
La respuesta de su régimen a estas manifestaciones, que incluyó encarcelamientos masivos, asesinatos y el uso de armas químicas, desencadenó una guerra civil que fragmentó al país.
La ofensiva rebelde que llevó al colapso del régimen comenzó con una coalición de grupos opositores liderados por islamistas radicales, quienes lograron tomar importantes ciudades en una campaña de 10 días.
Finalmente, los insurgentes avanzaron sobre Damasco, obligando a Assad a abandonar el país.
Las imágenes de los ciudadanos derribando carteles de Assad y su padre en Homs y otras ciudades rememoraron los primeros días de las protestas en 2011.
Una trayectoria marcada por el autoritarismo
El camino de Bashar al-Assad hacia el poder fue inesperado.
Se trata del segundo hijo de Hafez, estudió oftalmología en Londres y nunca fue preparado para suceder a su padre. Sin embargo, la muerte de su hermano mayor, Bassel, en 1994 lo convirtió en el heredero político.
A su regreso a Siria, se le otorgaron rápidamente rangos militares y políticos, lo que le permitió asumir la presidencia tras unas elecciones sin oposición en 2000.
Durante su gobierno, Assad consolidó el poder con el apoyo de Irán, Hezbollah y, sobre todo, Rusia, que jugó un papel crucial en el conflicto.
Desde 2015, la intervención militar rusa ayudó a frenar el avance rebelde, garantizando la permanencia del régimen.
Por otra parte, las recientes tensiones en Ucrania y la limitada capacidad del Kremlin para respaldarlo plenamente contribuyeron considerablemente a su caída.
Exilio de Bashar al-Assad en Moscú
Tras negociaciones con las facciones rebeldes, Assad abandonó la presidencia y dejó Siria con su familia.
Moscú, uno de sus principales aliados, confirmó su llegada y anunció que se habían tomado medidas para garantizar la seguridad en sus bases militares en Siria, ubicadas en Tartús y Hmeimim.
Estas instalaciones, estratégicas para Rusia, se encuentran ahora en alerta máxima tras el cambio de poder.
El derrocamiento de Bashar al-Assad marca el fin de una era sangrienta en Siria, mientras el país se enfrenta a un incierto proceso de reconstrucción bajo el control de fuerzas rebeldes y ante el desafío de sanar las profundas heridas de un conflicto que marcó a toda una generación.