Sin noticias de su tía, Tuba Yolcu se dirige al complejo deportivo donde se depositaron los cuerpos sacados de las ruinas de su ciudad Kahramanmaras, en el sudeste de Turquía, epicentro del terremoto de magnitud 7,8.
Aquí la tierra tembló el pasado lunes durante 75 segundos, una eternidad que no dejó más que ruinas y desolación.
"Las autoridades ya no quieren conservar los cuerpos más allá de un cierto plazo, y los llevarán a enterrar", comenta preocupada. "Que Dios me ayude a encontrar a mi tía", implora.
En las morgues improvisadas del sur de Turquía, en los estacionamientos, en los estadios o en los gimnasios, familias angustiadas buscan a sus seres queridos fallecidos en la tragedia.
Las autoridades prometieron que todos serían identificados y devueltos a sus familiares. "Todos los cuerpos serán devueltos a los suyos", asegura el fiscal enviado a las familias en duelo. "Tomamos muestras de sangre de cada cuerpo no reclamado", insiste.
Hasta el momento, más de 22.000 cuerpos fueron retirados de los escombros en Turquía. Junto con los fallecidos en Siria, el temblor telúrico dejó en total más de 25.000 muertos.
En el gimnasio de Kahramanmaras, las familias que no lograron ponerse en contacto con sus allegados miran los cuerpos envueltos en bolsas para cadáveres o alineados bajo mantas.
"Mostramos los rostros a los parientes cercanos", explica a la AFP un investigador especializado en escenas del crimen, en uniforme de protección antibacteriológica, que se negó a ser identificado.
El recinto se encuentra al borde de un vasto terreno a las afueras de la ciudad, donde gira un incesante ballet de coches fúnebres.
"Si el cuerpo permanece anónimo, tomamos sus huellas dactilares y una muestra dental", precisa el investigador con una cámara fotográfica alrededor del cuello.
Un pañuelo, una bufanda
En este cementerio improvisado, cerca de 2.000 cuerpos fueron identificados, según las estimaciones, pero muy a menudo un nuevo convoy funerario deposita uno nuevo.
Se colocan pizarras con los nombres de las víctimas, escritas a mano, en cada tumba apresuradamente sellada, a veces envueltas en una bufanda o un pañuelo para que las familias puedan encontrar a sus seres queridos.
Los cuerpos no identificados se mantienen separados. Los investigadores toman muestras de ADN, fotografías y notas de cada uno de ellos.
Yusuf Sekman, representante de la dirección de Asuntos Religiosos, detalla que los cuerpos no identificados son colocados en función del edificio derrumbado donde fueron descubiertos.
"De este modo, los familiares también pueden ubicarlos en función de la dirección del difunto", subraya.
El ministro de Salud, Fahrettin Koca, afirmó el viernes que esperaba que todos los cuerpos fueran identificados.
"Cargamos las fotografías de los fallecidos en un programa especial" para que sus seres queridos puedan encontrarlos. "Espero que podamos identificar a la mayoría de ellos", indica.
En el gimnasio, Tuba Yolcu renunció y se marcha. "El funcionario me dice que todos los cuerpos fueron identificados", explica.
"Volvamos a las ruinas", le dice a su esposo. Quizás su tía aún esté allí.