AFP
Islandia puso fin a un decreto que llevaba en vigor 400 años y que permitía matar a vascos en total impunidad.
El decreto en cuestión, emitido en 1615 por el comisario del distrito de los Fiordos occidentales Ari Magnusson, fue derogado simbólicamente por su sucesor Jonas Gudmundsson.
Tras este gesto de reconciliación se esconde un episodio sangriento: la matanza de 32 cazadores de ballenas vascos españoles aquel año, víctimas de una disputa con los pescadores locales cuyas razones exactas siguen inmersas cuatro siglos más tarde en una nebulosa.
Tras la investigación de las autoridades, el garante del orden de aquella remota región tomó una decisión radical: "Ari Magnusson decretó que se podía matar a los españoles en total impunidad", explica a la AFP el historiador Olafur Engilbertsson.
La principal fuente histórica son las actas redactadas en la época por el letrado Jon Gudmunsson. "Este tomó partido por los españoles y tuvo que pasar muchos desafíos, pero tuvo suerte de tener amigos poderosos", dice Engilbertsson.
Según este historiador, "algunos vascos y españoles que vienen aquí han oído hablar de esta matanza, y tienen curiosidad e interés en visitar el lugar". Hoy no corren ningún riesgo.
El 22 de abril un descendiente de vascos, Xabier Irujo, y uno de los autores de la masacre, Magnus Raffnson, inauguraron en Holmavik una estela que recuerda aquel sangriento suceso.
Islandia es un país sumamente seguro, con una tasa de criminalidad entre las más bajas del mundo.
La policía del país solo ha hecho uso de sus armas de fuego en una ocasión en toda su historia: en diciembre de 2013 contra un loco que disparaba indiscriminadamente desde la ventana de su apartamento.