Investigadores chinos descubrieron que las esferas de cristal de la superficie lunar almacenan agua en su interior, un hallazgo que supone la existencia de una valiosa reserva de este recurso para futuras actividades en la Luna, según se detalla en un estudio publicado este lunes (27.03.2023) por la revista Nature Geoscience.
Las esferas de cristal, también conocidos como cristales de impacto, se habrían formado en la Luna por la acción de la fundición y posterior enfriamiento de rocas, tras una actividad volcánica pasada y luego de recibir grandes impactos de otros objetos espaciales.
Agua formada gracias al viento solar
Los nuevos análisis de las muestras de suelo lunar, recuperadas en 2020 por la misión china Chang'e-5, demostraron que las esferas de cristal contienen moléculas de agua que habrían sido formadas por la acción del viento solar sobre la superficie lunar.
El viento solar es una corriente de partículas cargadas, principalmente protones y electrones, que emanan hacia el exterior desde la corona, la parte más externa de la atmósfera solar, y se propagan por el sistema solar.
"La Luna recibe un bombardeo constante de, por ejemplo, micrometeoroides y grandes meteoroides, que producen cristales de impacto durante eventos de calentamiento instantáneo de alta energía", afirmó el coautor del estudio Sen Hu, del Instituto de Geología y Geofísica de la Academia China de Ciencias.
Las esferas funcionan como esponjas
Asimismo, la interacción del viento solar con los materiales de la superficie lunar podría sostener una especie de ciclo del agua en la Luna -y en otros planetas como Mercurio-, en el que las esferas de cristal absorberían el agua y actuarían como depósito de la misma, según los científicos.
"El agua derivada del viento solar se produce por la reacción del hidrógeno solar con el oxígeno presente en la superficie de las esferas de cristal lunares", agregó Hu, y estos cristales de impacto actúan como una especie de esponja que absorbe el agua.
Hu cree que este tipo de objetos son comunes en el suelo lunar, pero estima que también se encuentran en todo el mundo y repartidas uniformemente, incluido en planetas como Mercurio o el asteroide Vesta.
Una reserva útil para futuras misiones
Para la futura exploración de la Luna, incluidas las posibles bases lunares con presencia de astronautas, el agua es de vital importancia no solo para beber, sino también como ingrediente de combustibles.
La Luna carece de las masas de agua líquida que caracterizan a la Tierra, pero se cree que su superficie alberga una cantidad bastante considerable, por ejemplo, en placas de hielo que residen en lugares que están permanentemente en la sombra o atrapadas en minerales.
"El agua es el bien más codiciado para permitir una exploración sostenible de las superficies planetarias. Conocer cómo esta agua se produce, almacena y reparte por la superficie lunar sería muy útil para que los futuros exploradores puedan extraerla, y utilizarla con fines de exploración", señaló Hu.
Vapor y condensación
Los investigadores esperan obtener agua a partir de los cristales de impacto, quizá mediante un proceso de calentamiento para liberar vapor, que luego se convertiría en líquido por condensación: "Podemos simplemente calentar estas esferas de cristal para liberar el agua almacenada en ellas", afirmó el científico planetario y coautor del estudio Hejiu Hui, de la Universidad de Nanjing (China).
Los científicos plantean que estos cristales de impacto almacenarían una cantidad de agua de hasta unas 2.000 partes por millón, o de unos 2.000 gramos por cada tonelada de suelo.
Nuevas misiones de exploración
La misión Chang'e-5, bautizada con el nombre de la antigua diosa china de la Luna, fue la primera de un país en recoger muestras de la superficie lunar desde que la Unión Soviética recuperara 170 gramos en 1976.
Estados Unidos recuperó 382 kg de muestras durante el programa Apolo de 1969 a 1972. En 2026, la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), enviará un robot para taladrar el suelo lunar y calentará hasta los 100 grados sus muestras para, entre otras cosas, identificar si hay agua atrapada en los minerales de la Luna.