AFP

El ex primer ministro británico Tony Blair defendió este miércoles su decisión de llevar al país a la guerra de Irak en respuesta a una investigación que le acusó de haber seguido ciegamente a Estados Unidos.

En una rueda de prensa, Blair amagó con pedir disculpas, pero luego insistió en que fue la decisión correcta.

"Expreso más pena, arrepentimiento y disculpas de lo que nunca llegaréis a saber o imaginar", dijo Blair, antes de matizar: "Creo que tomamos la decisión correcta. El mundo está mejor y es más seguro".

"Admito y asumo la responsabilidad de los errores en la planificación y el proceso. Acepto mi entera responsabilidad por aquellos errores, pero eso no es contradictorio con lo que digo, que creo que tomamos la decisión correcta", razonó.

"Volvería a tomar la misma decisión", insistió el político laborista, de 63 años.

Tras siete años de investigación, una comisión presidida por el funcionario jubilado John Chilcot determinó que Blair metió al país en la guerra sin haber agotado las otras opciones y sin un plan para administrar el país.

"Llegamos a la conclusión de que el Reino Unido eligió sumarse a la invasión de Irak antes de agotar las opciones de un desarme pacífico", explicó en Londres el diplomático, que encabezó esta investigación sobre los hechos de 2003.

"Pese a las advertencias explícitas, las consecuencias de la invasión fueron subestimadas. La planificación y los preparativos para el Irak post-Sadam fueron totalmente inadecuados", explicó en Londres.

Según la investigación, Blair prometió al entonces presidente estadounidense George W.Bush seguirle "pasara lo que pasara", tan sólo un año antes del conflicto.

Blair "es un terrorista"

Las familias de los 179 soldados británicos fallecidos en Irak expresaron su "tristeza al descubrir que sus seres queridos murieron innecesariamente".

Sarah O'Connor, cuyo hermano Bob murió en Irak en 2005, dijo en una rueda de prensa que "hay un terrorista que todo el mundo tiene que conocer, y su nombre es Tony Blair".

Por su parte Rose Gentle, madre de otro soldado muerto, explicó que le gustaría preguntarle a Blair: "¿por qué mataste a mi hijo?".

Ante el lugar donde se presentó el informe, muy cerca del parlamento, varios manifestantes coreaban consignas contra el ex primer ministro.

La investigación Chilcot empezó en 2009, cuando las tropas británicas se retiraron de Irak, con el objetivo de investigar la decisión de participar en la guerra de 2003 y la ocupación subsiguiente.

La invasión fue polémica en su tiempo y se llevó a cabo sin un mandato explícito del Consejo de Seguridad de la ONU, con Estados Unidos y el Reino Unido alegando que el régimen de Sadam Husein contaba con unas armas de destrucción masiva que nunca aparecieron.

Aunque Blair dimitió en 2007, su credibilidad nunca se recuperó de aquello, y gran parte de los británicos creen que nunca debió haber metido al país en el avispero iraquí.

Cameron pide confianza en los servicios secretos

"Sería equivocado llegar a la conclusión de que ya no podemos fiarnos de la información de nuestros brillantes y trabajadores servicios de inteligencia", dijo en el parlamento el primer ministro David Cameron.

Eso sí, estimó que "la guerra deber ser siempre el último recurso".

Los detractores de Blair aguardaban el informe con impaciencia, y el ex jefe del gobierno escocés Alex Salmond dijo que está buscando apoyos en el parlamento para abrir un proceso de destitución ('impeachment) o bien para llevarlo a los tribunales.

El "impeachment", que puede ser retroactivo, se usó en el Reino Unido por última vez en 1806 y se considera obsoleto, pero podría recuperarse para castigar a Blair de manera simbólica porque ya no ocupa ningún cargo.

Un informe monumental

El informe tiene 2,6 millones de palabras —una cantidad cuatro veces superior a 'Guerra y paz', de Lev Tolstói— y su elaboración costó diez millones de libras (11,9 millones de euros, 13,3 millones de dólares).

Más de 120 personas aportaron su testimonio, desde Blair y su sucesor, Gordon Brown, hasta ministros y altos mandos militares y de los servicios de inteligencia.

La investigación iba a durar un año, que se convirtieron en siete, durante los cuales murió uno de los cinco integrantes de la comisión investigadora.

La discusión sobre qué podía publicarse ralentizó los trabajos, por ejemplo sobre la correspondencia entre Blair y el presidente estadounidense de la época, George W. Bush.

La tardanza desesperó a los familiares de los soldados muertos en Irak, que ya estaban enfurecidos por el escaso material de las tropas.

Publicidad