AFP.

Envalentonados por un triunfo en las elecciones que supone un auténtico dolor de cabeza para el jefe del gobierno español, Mariano Rajoy, los partidos independentistas catalanes afrontan este viernes el desafío de gobernar con sus líderes en la cárcel o en el extranjero.

"Sea cual sea el nuevo gobierno de la Generalitat, ya sabe las consecuencias que tiene en España incumplir la ley", dijo este viernes Pablo Casado, portavoz del Partido Popular de Rajoy, lanzando un aviso a Carles Puigdemont, el presidente catalán destituido tras proclamar la independencia el 27 de octubre.

Los partidos empezarán este viernes a analizar los resultados y posicionarse de cara a la nueva legislatura, mientras Rajoy presidirá una reunión de su formación en Madrid tras la que podría dar su opinión sobre lo ocurrido.

Elsa Artadi, que fue la cara visible de la campaña del partido de Puigdemont en su ausencia, afirmó en una entrevista con la radio Onda Cero que no habrá problemas para llegar a un acuerdo con los otros partidos secesionistas.

"No tengo ninguna duda de que nos entenderemos", afirmó.

Artadi pidió además que los dirigentes independentistas queden en libertad o puedan volver a Barcelona a asumir sus escaños. 

Como ocurrió en 2015, los independentistas se beneficiaron de un sistema electoral que recompensa el voto en zonas rurales y logran la mayoría absoluta sin conseguir el 50% de los votos de los más de 5 millones de catalanes llamados a las urnas, en una jornada en la que la participación fue récord: casi 82%. 

Triunfo personal de Puigdemont

Los tres partidos secesionistas lograron el 47,5% de los votos, por lo que no superan el umbral simbólico que les daría la victoria en un referéndum.

El partido más votado, tanto en votos como en escaños fue sin embargo Ciudadanos, cuya candidata, Inés Arrimadas, prometió dar guerra al independentismo. Es la primera vez que un partido abiertamente antinacionalista catalán gana las elecciones. 

"Ha quedado más claro si cabe (...) que la mayoría social está a favor de la unión con el resto de españoles y el resto de europeos, y los partidos nacionalistas nunca más podrán hablar en nombre de toda Cataluña, porque Cataluña somos todos", dijo Arrimadas al celebrar su triunfo con miles de simpatizantes en Barcelona.

Junts per Catalunya, la plataforma independentista del presidente destituido Carles Puigdemont, huido a Bélgica, fue la fuerza secesionista con más escaños, 34, que sumados a los 32 de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y a los 4 de la anticapitalista CUP, superan los 68 de la mayoría absoluta.

"¡La república catalana le ha ganado a la monarquía del 155!", exclamó desde Bruselas Puigdemont. "El Estado español ha sido derrotado", sentenció.

La victoria de los independentistas supone un golpe para Rajoy, que intervino la autonomía catalana tras la fallida proclamación de independencia y convocó estos comicios en los que su Partido Popular logra sólo 3 diputados, en comparación con los 11 que tenía.

Es un escenario complicado que siembra más dudas que certezas: la primera, si el independentismo volverá a ser capaz de formar gobierno tras un fin de legislatura difícil y con el orgullo herido del vicepresidente catalán depuesto Oriol Junqueras, de ERC.

Junqueras prefirió quedarse en España y afrontar la justicia que le acusa de rebelión y sedición y ahora está en la cárcel, a diferencia de Puigdemont. Su partido era favorito en los sondeos y acaba tercero.

Cercados judicialmente

Tampoco está claro que algunos de los elegidos el jueves, dada su condición de sospechosos en una causa judicial por sedición y rebelión, delitos penados con hasta 30 años de cárcel, puedan asumir su escaño.

Existe la duda también de si el independentismo, sometido al cerco judicial, seguirá con la vía unilateral.

El referéndum de autodeterminación del 1 de octubre, prohibido por la justicia y duramente reprimido por la policía, precipitó los acontecimientos: el 27 de ese mismo mes el Parlamento catalán proclamó la independencia y horas después el gobierno regional de Puigdemont había sido cesado por el parlamento español.

El movimiento independentista cobró fuerza en Cataluña a partir de 2012 impulsado por el malestar debido a la crisis económica, la corrupción, a la que no fue ajena el partido que lideró la causa -CiU, del entonces presidente Artur Mas- y el recorte de algunos artículos del Estatuto de Autonomía de Cataluña por parte del Tribunal Constitucional español.

Los independentistas han salido en grandes números a manifestarse desde hace cinco años, primero para reclamar un referéndum de independencia, y al final en protesta por los encarcelamientos de sus líderes.

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