Después de cuatro meses y medio de guerra en Ucrania, el ejército ruso continúa sus bombardeos "incesantes" sobre la región oriental de Donetsk mientras Estados Unidos prometió nueva ayuda militar a Kiev, incluyendo los poderosos lanzacohetes y misiles de precisión.
"Toda la línea de frente está bajo un bombardeo incesante", afirmó el viernes el gobernador regional Pavlo Kyrylenko.
"Ellos no paran de bombardear en dirección a Donetsk (...) Bakhmout es bombardeada, Sloviansk es bombardeada día y noche, Kramatorsk...", agregó por la red Telegram.
Previamente, Kyrylenko dio a conocer un balance de seis muertos y 21 heridos en 24 horas de bombardeos en la región.
Aseguró que el ejército ruso "se está reagrupando, o más bien reconstituyendo sus grupos y preparando nuevas acciones en Sloviansk, Kramatorsk, Bakhmout".
En la región nororiental de Járkov, segunda ciudad del país, los bombardeos rusos dejaron cuatro muertos y nueve heridos entre los civiles en 24 horas, indicó el gobernador Oleg Sinegubov.
Según un alto responsable del Pentágono, la nueva ayuda militar estadounidense, por 400 millones de dólares, incluye cuatro sistemas de lanzacohetes múltiples Himars y misiles de 155 mm, y permitirán mejorar la capacidad ucraniana de apuntar a los depósitos de armas y cadena de suministros del ejército ruso.
Expertos militares consideran que, gracias a los primeros ocho Himars enviados en junio, el ejército ucraniano pudo destruir más de una decena de depósitos de municiones rusos instalados en el este del país.
Washington ha aportado 6.900 millones de dólares en asistencia militar a Kiev desde el inicio de la invasión rusa el 24 de febrero.
Destruir los cultivos
Al bombardear la región de Donetsk, donde continúan las evacuaciones de civiles, Moscú busca apoderarse de toda la cuenca del Donbás, su objetivo estratégico desde que se retiró a fines de marzo de los alrededores de Kiev.
Según el gobernador regional, el ejército ruso comenzó también a incendiar los cultivos.
"Hay incendios masivos en los campos que son causados intencionalmente por el enemigo. Ellos intentan destruir las cosechas por todos los medios. Bombardean la maquinaria agrícola, las segadores", denunció.
La invasión rusa a Ucrania, un país considerado como uno de los graneros del planeta, provocó un fuerte aumento en los precios de los alimentos y contribuyó con el repunte de la inflación mundial.
El viernes, los participantes de una reunión ministerial del G20 en Indonesia "expresaron sus profundas inquietudes en torno a las consecuencias humanitarias de la guerra" en Ucrania, según la jefa de la diplomacia indonesia, Retno Marsudi.
El efecto de la guerra "se ha sentido en el mundo entero, en la alimentación, la energía y los presupuestos", agregó la ministra. "Y como siempre, los países pobres y en desarrollo son los más afectados".
Aunque el G20 no fue unánime en su condena a la invasión rusa, Occidente considera que logró ampliar el frente contra Rusia y culparla claramente por la guerra y la crisis energética y alimentaria que ha provocado en el mundo.
Ante la avalancha de condenas occidentales, el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, abandonó a mediodía la reunión, la que asistía también su par estadounidense, Antony Blinken.
Era la primera vez desde el inicio de la guerra en que los dos hombres participaban de la misma reunión, aunque Blinken se negó a encontrarse cara a cara con Lavrov.
El diplomático ruso replicó que Moscú no correría atrás de Washington para dialogar.