En octubre de 1998 el fotógrafo británico Steve Pyke recibió una peculiar solicitud de la renombrada revista estadounidense,The New Yorker: fotografiar a un "dictador de las grandes ligas".
Pese a que en un principio creyó que se trataría del militar Idi Amin, que en Uganda protagonizó un sanguinario régimen con víctimas que oscilan entre las 100 mil y 500 mil personas, en realidad el desafío de The New Yorker apuntaba a inmortalizar a Augusto Pinochet.
"Él era conocido por ser difícil, por lo que sabía que sería una toma compleja", relata a The Guardian el fotógrafo británico.
Para Pyke el desafío no era fácil: él era amigo persona de un fotógrafo que perdió a dos hermanos en el régimen de Pinochet.
"Eso definitivamente añadió una dimensión a cómo me sentía, pero aun así, no hay nadie al que me niegue a fotografiar", agrega.
Y de hecho, es esa la fotografía que él identificó como la mejor obra en su carrera.
Tras mucho pensarlo, decidió fotografiarlo en el hotel Dorchester en Londres. Desistió de hacerlo en las calles, ya que sabía de varios chilenos que vivían en la capital y a los que les podría incomodar la presencia del general.
"Yo estaba perfectamente consciente de lo que significaba Pinochet, que él era un asesino de masas, pero eso no me detuvo. Tu posición política no influye en si debes fotografiar a alguien o no", señala.
Sin embargo, Pyke dice que la historia de su amigo lo ponía en una situación difícil. Experiencias de colegas anteriores con Pinochet le habían dicho que el ex general chileno no miraba a nadie a los ojos.
"Pero cuando Pinochet entró, me miró directamente, y se acercó a mí, extendiéndome su mano. Yo no estaba preparado. No hay nada que puedas hacer cuando alguien te extiende la mano más que estrecharla. Así que lo hice", relata.
"Estaba muy consciente, todo el tiempo, de que estaba en presencia de un hombre terrible. Los cargos en su contra, las miles de personas desaparecidas. Es extraño entrar a una sesión de fotos cuando sabes el peso de la historia: no tiene un efecto en cómo fotografías, pero sí tiene un efecto en cómo te sientes", cuenta Pyke.
Una de las características que destaca el británico, es que Augusto Pinochet se paraba como "un líder mundial", con un ímpetu parecido a otros jefes mundiales que había fotografiado en el pasado.
"Hay una arrogancia de autoridad en ellos. Era lo mismo que con (Tony) Blair. No tengo mucho respeto por esas personas que toman en su manto el poder. He conocido a varios, y nunca me impresionaron", finaliza el fotógrafo británico.
Pinochet viajó a Londres en septiembre de 1998 para operarse. Semandas después, el 10 de octubre, se dictó una orden de detención en su contra desde España y el 29 de ese mes fue trasladado a un hospital psiquiátrico al norte de la ciudad inglesa.
El fotógrafo no revela en qué momento de esa cadena de acontecimientos se realizó la sesión.