Al menos siete personas murieron, 51 resultaron heridas y dos están desaparecidas al producirse hoy (30.09.2015) 17 explosiones, al parecer provocadas, que afectaron a numerosos edificios públicos en la región meridional china de Guangxi, unos sucesos en los que la policía local descarta el ataque terrorista.

Según las primeras investigaciones, el material explosivo se encontraba en varios paquetes postales. Las detonaciones se produjeron a partir de las 15:50 horas (hora local) ante un hospital, un supermercado y una estación de autobuses, varias zonas comerciales, una prisión y edificios del gobierno en la ciudad de Liuzhou, provincia de Guangxi, y causaron la muerte de seis personas y dejaron heridas a más de una decena, informó Xinhua citando fuentes de la policía.

Pese al alto número de explosiones en lugares estratégicos y a la sensible fecha -mañana China celebra su Día Nacional, el aniversario de la fundación del régimen comunista-, la policía local ha insistido en que descarta que grupos armados estén detrás de los ataques y apunta por ahora a un único sospechoso.

Este presunto autor, un vecino de Liucheng apellidado Wei y de 33 años, ya ha sido detenido, señaló la agencia oficial Xinhua.

Imágenes enviadas por testigos a través de la red social Weibo (equivalente chino de Twitter) muestran los estragos causados por los explosivos, que derruyeron buena parte de un edificio de cinco plantas y afectaron a la fachada de una sede del gobierno comarcal, donde muchos de los cristales de las ventanas aparecen rotos. Las fotografías también muestran a varias personas en el suelo, siendo atendidas de urgencia, así como motocicletas y otros vehículos dañados por la explosión.

Se repiten los ataques

China ha sufrido durante años esporádicos ataques con explosivos contra sedes de gobiernos locales, especialmente en zonas rurales, donde muchos de los autores de estos atentados eran personas descontentas con decisiones de las autoridades, especialmente expropiaciones de tierras o demoliciones forzosas.

En septiembre de 2012, un extrabajador de la construcción chino que quedó paralítico en un accidente laboral en 1994 y llevaba años pidiendo una indemnización a las autoridades, murió tras detonar un artefacto explosivo durante una reunión con políticos locales para exponer sus quejas.

Meses después, en mayo de 2013, dos personas descontentas con un gobierno local por un asunto de compraventa de tierras causaron una explosión en un edificio municipal en la provincia suroccidental de Yunnan, lo que causó cuatro muertos y 16 heridos.

Y en julio de 2013, un hombre de 34 años que había quedado paralítico por una paliza policial hizo estallar un artefacto que sólo causó un herido (el mismo autor de la explosión) pero generó gran alarma al estallar en la Terminal 3 del Aeropuerto de Pekín, una instalación con extremas medidas de seguridad.

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