A Raquel Garrido y Rodrigo Arenas les une algo más que nacer con un día de diferencia en Valparaíso (Chile) en 1974. Ambos esperan ahora ser diputados por la Nueva Unión Popular (izquierda) en Francia, adonde sus padres llegaron huyendo de Pinochet.
"Estoy tratando de entregarle a Francia lo mejor de mí: lo que me transmitieron mis padres, exiliados políticos; lo que me transmitió Francia a través de la escuela; la gente con quien crecí, maduré y comparto mi vida", dijo Arenas a la AFP.
El 11 de septiembre de 1973, el general Augusto Pinochet dio un golpe militar en Chile contra el presidente socialista Salvador Allende, quien se suicidó, e impuso una dictadura militar hasta 1990 marcada por una cruenta represión.
Este última empujó a más de medio millón de personas a partir al exilio, entre ellos los padres de Arenas y Garrido, con recorridos diferentes. Al menos 15.000 llegaron a Francia entre 1973 y 1978, según el historiador Nicolas Prognon.
"Pero pienso que hubo mucho más", porque las autoridades solían registrar al cabeza de familia y "los niños no son contabilizados", explica a la AFP Prognon. "El exilio chileno en Francia es ante todo familiar en la mayoría de casos", precisa.
Rodrigo Arenas tenía 4 años cuando llegó en 1978 a Francia directamente desde Chile. Su padre, "clandestino" 4 años, y su madre, que "tuvo una presión social muy fuerte", se vieron obligados a huir, explica el candidato a diputado por París.
"Yo viví con los pobres, fui a la escuela de los pobres", explica el político, que subraya la buena acogida que tuvieron por parte de las organizaciones políticas y el papel clave de la escuela. "La escuela me aprendió lo mejor de Francia".
"Nací en el Parlamento"
"El exilio chileno fue un exilio dorado, en el sentido de que fueron bien acogidos", explica Nicolas Prognon, precisando no obstante que los primeros años fueron "muy difíciles": búsqueda de trabajo, vivienda, escuela, etc.
A más de 10.000 kilómetros de distancia de su país natal y con la esperanza de regresar, la diáspora chilena se organiza. "Los fines de semana se hacía un micro Chile para transmitir valores y también tradiciones. Eso me construyó", asegura Arenas.
Su trayectoria recuerda a la de Raquel Garrido, quien nació un día antes, el 23 de abril de 1974, en el mismo hospital de Valparaíso, que en los años 1980 Pinochet derribó para trasladar la sede del Congreso, donde allí sigue.
"Yo nací en el Parlamento", bromea Garrido, quien espera en cambio entrar en la Asamblea Nacional francesa (cámara baja) por una circunscripción de las afueras de París, casi 35 años después de llegar a Francia.
El 31 de marzo de 1975, cuando tenía 11 meses, sus padres pusieron rumbo a Canadá. "Ambos estuvieron presos [en Chile] y mi madre estuvo presa embarazada de mí", explica a la AFP. Por el trabajo de su padre, se trasladaron a Francia en 1988.
Del exilio, recuerda la pasión de sus padres por cantar en los eventos chilenos. "Yo sé cantar todo Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Mercedes Sosa (...) Nuestra educación política se hizo por la música", confiesa.
"Es mi historia"
Tras liderar la primera vuelta en sus respectivas circunscripciones, ambos podrían convertirse en diputados el próximo domingo, siguiendo los pasos de Sergio Coronado, otro hijo de exiliados chilenos que lo fue de 2012 a 2017.
Junto a Christian Rodríguez, que huyó con 17 años de Chile a Francia, se presentan por la Nueva Unión Popular Ecológica y Social (Nupes), el primer frente de izquierdas --de socialistas a izquierda radical--, en 25 años.
"Cuando me vinieron a proponer de ser candidato, me estaban explicando lo que iba a ser y les dije: Cálmate, me estáis explicando mi historia", subraya Arenas, en referencia a la Unidad Popular que llevó a Allende al poder en Chile en 1970.
El objetivo de la Nupes es arrebatar la mayoría absoluta al presidente centrista Emmanuel Macron e impedir que aplique su programa de corte liberal, y poner fin al actual sistema presidencialista de Francia, con la creación de una Sexta República.
Como hijos de exiliados chilenos, no pierden de vista el proceso constituyente en su país natal para pasar página del sistema económico heredado de Pinochet y tampoco la llegada al poder en marzo de Gabriel Boric.
"Si yo entro en la Asamblea Nacional, para [los exiliados], es un reconocimiento de que lograron transmitir algo", de que "todo lo que sufrieron, la cárcel, la muerte, el exilio, no fue en vano", asegura Garrido.