El ex presidente islamista de Egipto, Mohamed Mursi, derrocado en 2013 por el ejército, fue condenado a 20 años de prisión por haber estado implicado en la detención y las torturas de manifestantes durante su mandato.
Mursi, en cambio, fue absuelto del cargo de "incitación al asesinato" de dos manifestantes y un periodista durante una manifestación ante el palacio presidencial en 2012, por el que la mayoría de observadores esperaba que fuera condenado a muerte.
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