Los críticos suelen decir que Rusia es una dictadura. No obstante, entre el 15 y el 17 de marzo, el país celebrará elecciones presidenciales. Pero el resultado de esos comicios se viene pronosticando desde hace tiempo: Vladímir Putin, al frente del país desde hace 25 años, ganará un quinto mandato, con lo que estaría en el Kremlin al menos hasta 2030.

La única figura claramente opositora, el político liberal Boris Nadezhdin, ha sido inhabilitado por los tribunales rusos, incluido el Tribunal Supremo, decisión que fue apelada.

Otros candidatos son Nikolai Jaritonov, de 75 años, que representa al Partido Comunista local. El candidato de ese partido suele quedar en segundo lugar, aunque muy por detrás de Putin. Jaritonov ha criticado algunas de las políticas internas de Putin, pero apoya la invasión rusa de Ucrania.

Otro candidato es Vladislav Davankov. A sus 40 años, es uno de los candidatos más jóvenes y se ha presentado como más liberal en lo que se refiere al recorte de las libertades individuales en Rusia. Sin embargo, ha asegurado que no criticará a sus oponentes políticos.

Según la agencia Reuters, Jaritonov y Davankov podrían recibir, cada uno, entre el 4% y el 5% del total de los votos.

Un frente unificado

Pero aunque todos los observadores de Rusia afirman que Putin está preparado para ganar, las elecciones presidenciales rusas tienen en realidad un propósito. Su objetivo es abordar los retos internos y externos a los que se enfrenta el régimen de Putin, afirma Konstantin Kalachev, analista político y antiguo asesor del Kremlin.

Dentro del país, las elecciones permiten legitimar el poder del presidente y demuestran que el pueblo ruso está unido en torno a su líder, afirma.

"Y de cara al exterior, sirve para demostrar que Putin está aplicando una política [exterior] basada en las demandas de la gente", dice Kalachev a DW. "Demuestra que el presidente y la mayoría rusa están unidos y disipa cualquier ilusión [de lo contrario] en Occidente.”

En un país donde todo el mundo da por hecho el resultado, puede ser difícil convencer a la gente para que vaya a votar. Meduza, un sitio web de noticias independiente con sede en Letonia, escribió a principios de este mes que las autoridades rusas están tomando medidas para garantizar que las elecciones presidenciales parezcan lo más legítimas posible.

El objetivo es una participación electoral del 80%. Esto se hace, informó Meduza, "movilizando al electorado dependiente del gobierno: empleados del sector público, de corporaciones estatales y grandes empresas, leales al gobierno, así como sus parientes y amigos".

A los miembros del propio partido de Putin, Rusia Unida, se les anima a que lleven consigo al menos a 10 personas a los colegios electorales, afirma el periódico, citando contactos cercanos al partido político.

Los funcionarios del gobierno y del partido pueden ver exactamente quién acude a las urnas gracias al voto electrónico o a los códigos digitales que identifican a los votantes.

División visible

Aunque el único candidato genuinamente anti-Putin, Nadezhdin, haya sido excluido de participar, aun podría haber algún tipo de voto de protesta.

La mayoría de las fuerzas de la oposición rusa han huido del país, pero han hecho un llamamiento a sus partidarios para que actúen durante las elecciones.

La viuda del recientemente fallecido líder de la oposición rusa, Alexei Navalny, llamó a sus partidarios a acudir en masa a las urnas el domingo 17 de marzo a mediodía como homenaje a su difunto marido.

"Puedes estropear la papeleta, puedes escribir 'Navalny' en letras grandes en ella", dijo Yulia Navalnayaen un video de YouTube. "E incluso si no ves el sentido de votar en absoluto, puedes simplemente venir y pararte en el colegio electoral y luego dar la vuelta e irte a casa", sugirió, añadiendo que la gente debería votar por "cualquiera menos Putin".

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