La primera frase que Donald Trump pronunció en el debate presidencial del lunes con Hillary Clinton fue para quejarse por la pérdida de trabajos estadounidenses que se han ido a México.
Es una indicación de la importancia fundamental que la retórica del magnate le otorga a esta controversia.
Y entonces, ¿es cierto que México se está "robando" los empleos por efecto de un tratado comercial injusto con Estados Unidos, tal como asegura el candidato republicano a la Casa Blanca?
La verdad, como suele ocurrir en estos casos, es compleja.
En primera instancia, es cierto e inocultable que cientos de miles de puestos de trabajo anteriormente localizados en Estados Unidos se han ido a México luego de la implementación del libre comercio.
Pero al mismo tiempo el intercambio con México ha creado millones de empleos para estadounidenses.
Grupos distintos
El problema es que en la sociedad estadounidense ciertos segmentos de la población se han beneficiado de la integración económica con México mientras que otros la han sufrido.
Y para un desempleado en Detroit que perdió su trabajo cuando la fábrica automotriz en la que trabajaba se mudó a México, no es gran consuelo saber que algún compatriota suyo en Texas se beneficia al mismo tiempo de la economía mexicana.
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte, implementado a comienzos de la década de 1990, esperaba desde el comienzo que muchas empresas estadounidenses se reubicaran en México.
Al retirar las barreras aduaneras entre los países, se creaba un gran incentivo para que las compañías estadounidenses mudaran parte de su producción a México, para beneficiarse de los salarios mucho más bajos de los obreros mexicanos frente a sus contrapartes en Estados Unidos.
La nueva Detroit
"Para 2013, el último año para el que tenemos datos, se habían perdido cerca de 700.000 trabajos estadounidenses a México", le dice a BBC Mundo Robert Scott, experto del Economic Policy Institute (EPI), un centro de investigación estadounidense con vínculos al sector sindical, quién es frecuentemente citado por Trump en sus discursos.
En los años iniciales del libre comercio, muchas firmas estadounidenses establecieron maquiladoras en ciudades fronterizas del norte mexicano.
Con el tiempo, muchos sectores industriales estadounidenses empezaron a sufrir la competencia.
El ejemplo más dramático y más impactado por el comercio con México es el de la industria automotriz, asegura Scott.
En las últimas dos décadas, al tiempo que Detroit se desplomaba como la capital mundial de ese sector, México emergía como una potencia manufacturera de la industria automotriz.
Los pronósticos indican que en 2018 México llegará a los 4 millones de autos producidos anualmente. Los dos gigantes estadounidenses del sector, General Motors y Ford, han establecido importantes instalaciones en México.
Y eso se ha sentido en Detroit. El EPI asegura que 46.000 puestos de trabajo desaparecieron en el estado de Michigan, del cual Detroit es la principal ciudad, como consecuencia del Tratado de Libre Comercio.
Eran trabajos bien pagos y estables, el tipo de empleo que permitía que un obrero industrial sin estudios universitarios en Estados Unidos pudiese tener un estilo de vida cómodo que en el resto del mundo está asociado con la clase media profesional y acomodada.
El resultado del cierre de fábricas que antes estaban basadas en la región industrial del medio oeste estadounidense ha sido socialmente devastador. Y por eso no es ninguna coincidencia que esta región sea considerada un bastión de Trump.
Sin embargo, Scott mismo le dice a BBC Mundo que Trump "no tiene ni idea" de cómo hacer que esos empleos vuelvan a Estados Unidos y que ofrece soluciones equivocadas.
"Imponer aranceles a las importaciones provenientes de México no es la solución", agrega, asegurando que la competencia de China, ayudada por las devaluaciones de su moneda, ha costado muchos más empleos estadounidenses que el libre comercio con México.
"Con China hemos perdido más de 3 millones de empleos", insiste.
Seis millones de ganadores
Hay, por supuesto, otra cara de la moneda en este debate. Hay seis millones de trabajos estadounidenses que dependen de la integración económica de México y Estados Unidos, asegura un estudio del Centro Internacional Woodrow Wilson, un centro de investigación basado en Washington.
La economía mexicana es mucho más grande que hace 20 años. Y los cientos de miles de mexicanos que desde entonces han entrado a la clase media, entre otras razones gracias a las inversiones estadounidenses en México, son también ahora consumidores de productos y servicios estadounidenses.
Del mismo modo, el gigantesco ejercicio logístico de llevar los bienes producidos en México hacia Estados Unidos genera empleos en ambos lados de la frontera.
Y al comprar productos mexicanos más baratos, los estadounidenses tienen más ingresos disponibles para gastarlo en otros productos.
Efecto relativo
También, aseguran los defensores del libre comercio bilateral, cuando las empresas de Estados Unidos prosperan por poder hacer más rentable parte de su producción en el extranjero, muchos beneficios se devuelven al país de origen.
La empresa automotriz estadounidense Ford, acusada por Trump de ser una de las firmas que envía empleos a México luego de haber anunciado el traslado de la producción de algunos modelos pequeños a ese país, respondió el lunes con un mensaje en Twitter asegurando que ese traslado de la producción a México no tendría un costo en puestos de trabajo estadounidenses.
Según Ford, por el contrario, en los últimos cinco años había creado más de 28.000 plazas en Estados Unidos.
En otros casos, son los productos estadounidenses los que han desplazado a bienes mexicanos por efecto de los tratados de libre comercio. Por ejemplo, los agricultores estadounidenses venden a México parte del maíz que antes sembraban los campesinos mexicanos.
Una situación que genera en México críticas intensas al libre comercio, como en un espejo de la situación que denuncia Trump en su propio país.
Impacto personal
Estudios alegan que el resultado final de este intercambio entre México y Estados Unidos ha sido moderadamente positivo para las partes.
Pero muchos de los miles de estadounidenses que perdieron sus trabajos al mudarse sus empleadores al sur de la frontera han sufrido un cambio catastrófico y permanente en sus vidas.
Es difícil esperar que un obrero estadounidense evalúe objetivamente si el comercio con México favorece el bienestar colectivo de su país cuando el impacto personal de la medida ha sido tan fuerte y negativo.
Por eso para Trump tiene mucho sentido centrar buena parte de su argumento en esta discusión en torno a los trabajos que se fueron a México.
Pues contará con muchos adeptos que verán en su mensaje una última esperanza para restablecer el mundo de seguridad y comodidad económica que se desmoronó ante sus ojos en los últimos años.