El candidato del frente Cambiemos a la presidencia de Argentina, Mauricio Macri, es un hombre de negocios con aversión por las corbatas, cuestionables dotes para el baile y una forma de hablar propia de quienes viven en barrios acomodados de Buenos Aires.

Sus rivales le caricaturizan como un millonario "hijo de papá" alejado de la cotidianeidad de la mayoría de los argentinos.

Pero el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires ha logrado algo que nunca antes nadie había conseguido sin ser un político peronista ni radical: cautivó a millones de argentinos de todo origen social hasta poner contra las cuerdas al oficialismo que gobernó durante 12 años el país.

Ninguna encuesta pronosticó el ajustadísimo resultado de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, el pasado 25 de octubre, cuando Macri prácticamente empató con el aspirante oficialista, Daniel Scioli (34% de los votos frente al 37% de su rival del Frente Para la Victoria).

Aquel desenlace fue inesperado tanto para el oficialismo como para la oposición.

Además, el partido de la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, perdió su principal bastión, la provincia de Buenos Aires, que ahora pasará a manos de una candidata no peronista, Maria Eugenia Vidal, la mano derecha de Macri que pasó de joven promesa a protagonista de la escena nacional.

El millonario de "Cambiemos"

Mauricio Macri, de 56 años, se ha convertido en el mayor dolor de cabeza para el kirchnerista Frente para la Victoria.

El jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires desde 2007 es el líder de Propuesta Republicana o PRO, un partido nacido tras la crisis de 2001 que unió a políticos de centro-derecha, empresarios, activistas de organizaciones no gubernamentales y jóvenes profesionales que antes no habían tenido experiencia en campañas, como proyecto para renovar la política nacional.

Macri lidera una alianza de partidos no peronistas –Cambiemos-, que incluye a la histórica Unión Cívica Radical, a los liberales de la Coalición Cívica y a su propio grupo, con el fin de hacer un frente electoral común que plante cara al kirchnerismo, que controla el poder ejecutivo y buena parte del legislativo en el país.

5 DATOS SOBRE MAURICIO MACRI

• En 1991 sufrió un secuestro y permaneció en cautiverio durante 12 días, hasta que se pagó un rescate millonario.

• El ingeniero de 56 años viene de una familia acaudalada de empresarios y se volcó a la política en 2003.

• Dos años más tarde creó el partido Propuesta Republicana (PRO), al que representó como diputado entre 2005 y 2007.

• Macri ya era una figura conocida en Argentina por haber sido presidente de Boca Juniors, el club más popular del país, desde 1995 hasta 2008.

• Su esposa, Juliana Awada, es una conocida empresaria de la moda que posee varias cadenas de tiendas.

[Mauricio Macri y Cristina Fernández] Image copyrightBBC World Service
Image caption¿Vencerá Macri a Scioli para suceder a Cristina Fernández?

El candidato presidencial es hijo de uno de los empresarios más exitosos del país, Franco Macri, que curiosamente se ha alineado en ocasiones con el kirchnerismo.

A los 24 años ya hacía negocios con los más ricos del mundo, entre ellos con el magnate y ahora aspirante presidencial estadounidense Donald Trump.

Pero en su carrera por la presidencia, Macri ha intentado distanciarse de la imagen de un millonario alejado de la realidad con la que el oficialismo suele retratarle.

A diferencia de otros políticos argentinos, entre ellos la propia presidenta, Macri no es un líder que despierte fervor en eventos multitudinarios.

Su estilo, en ocasiones frío y distante, contrasta con los baños de masas donde Cristina Fernández se mueve con soltura.

Es por eso que sus asesores prefieren destacar las habilidades de Macri en las distancias cortas, y han centrado buena parte de su campaña en visitar a los vecinos "puerta por puerta", en zonas humildes de la provincia de Buenos Aires y en otras partes del país.

"Hay mucho de mito en esto del carisma o no de Mauricio", le dice a BBC Mundo Gabriela Michetti, la candidata a vicepresidenta de Macri y una mujer que es valorada como una de las más cercanas y queridas del PRO.

"Hay personas que por ahi tenemos más facilidad para la comunicación, que somos más extrovertidas, pero eso Mauricio lo ha ido construyendo con la gente, no hay más que estar con él en las caravanas recorriendo las provincias o cuando vamos a ver el conurbano", añade.

Integración

En sólo unos meses, Macri se ha erigido además como el líder de una coalición atípica de partidos opositores que le ha permitido extender su influencia más allá de los límites de la capital.

Y ha tejido una extensa red de militantes y fiscales electorales gracias a los acuerdos con los radicales y otras formaciones locales, que se interpreta como una de las claves de sus buenos resultados.

A pesar de gobernar en la capital desde hace casi 10 años, su partido se presenta como un aire fresco en la política nacional.

Por un lado, el PRO y sus aliados explotan técnicas de mercadotecnia nunca antes vistas en la política nacional, que sus críticos desdeñan por superficiales: reparten dulces, helados o palomitas de maíz en la calle, llenan de globos de colores los espacios públicos y repiten emotivos eslóganes sobre cambio.

Por otro, y consciente de que tendrá que conquistar el voto de sectores que tradicionalmente no le han votado, Macri coquetea con el peronismo, alabando las políticas de justicia social de Juan Domingo Perón y Evita en los años 40.

Ha anunciado importantes proyectos de infraestructura y prometió mantener y mejorar algunos de los programas sociales más exitosos de Cristina Fernández.

Su partido cambió de opinión en temas como la titularidad pública de empresas renacionalizadas bajo el kirchnerismo, como la energética YPF y Aerolíneas Argentinas, a la que se opusieron hace unos años y que hoy defienden.

Pero también anunció reformas drásticas para impulsar la confianza de los inversores extranjeros en Argentina, como poner fin a las restricciones cambiarias, establecer un nuevo sistema de estadísticas económicas confiables o frenar la caída de reservas del banco central.

El oficialismo le presenta como el candidato del ajuste y le vincula a las políticas neoliberales de los años 90 en Argentina, un fantasma que hoy a muchos argentinos les suena a desempleo, freno a la industria nacional y recortes en servicios sociales.

Y desde el kirchnerismo recuerdan que Macri está procesado por una causa de escuchas ilegales.

La obesión argentina por la década de los 90

Control de la provincia

Si el alcalde de Buenos Aires se convierte en presidente, su partido habrá teñido de amarillo -el color que inunda todo lo relacionado con el PRO- las principales instituciones de Argentina.

Controlaría el gobierno de la capital, el nacional y, además, un territorio que hasta hace un mes nadie aventuró que caería en manos del PRO: la provincia de Buenos Aires.

Su número dos en la jefatura de gobierno de Buenos Aires, Maria Eugenia Vidal, se convertirá en gobernadora de la provincia tras vencer en las elecciones a la mano derecha de la presidenta, el jefe de gabinete Aníbal Fernández.

Vidal asumirá el control de un bastión peronista donde vive gran parte de la población del país –más de 16 millones-, con enormes recursos públicos y con enormes niveles de exposición mediática, ya que se trata de uno de los cargos políticos más importantes del país.

El triunfo de esta mujer sobre uno de los políticos más experimentados del kirchnerismo fue un golpe especialmente amargo para el oficialismo en la jornada electoral del 25 de octubre, porque el actual gobernador de Buenos Aires es precisamente Daniel Scioli, el rival de Macri.

El alcalde cuenta también con el respaldo de figuras opositoras de renombre en Argentina, como la legisladora Elisa Carrió, una extravagante política a la que muchos antikirchneristas adoran por sus denuncias sobre corrupción en el seno del oficialismo.

O Ernesto Sanz, líder de los radicales, un grupo político de tradición histórica que hoy pasa por horas bajas pero que todavía conserva una potente estructura territorial fuera de la capital.

Mauricio Macri es para muchos argentinos un motivo de esperanza. Para otros, de desconfianza o temor.

Pero se ha consolidado como un actor decisivo de la política de Argentina que puede romper la dinámica de gobiernos peronistas y radicales que gobernó durante más de tres décadas en Argentina.

Publicidad