Por primera vez en la historia, los 200 líderes de la Iglesia católica en todo el mundo se reúnen a pedido del papa argentino para hablar de un crimen odioso, que ha minado la credibilidad de la institución en todos los continentes y que ha sido encubierto y negado durante décadas.
El pontífice latinoamericano desea cambiar la mentalidad de los obispos con un método muy jesuita, a través de tres días de debates, discursos, reuniones intercaladas con oraciones, pero sobre todo escuchando los conmovedores testimonios de víctimas de abusos sexuales cuando eran niños.
"Considero esta reunión un acto de fuerte responsabilidad pastoral ante un desafío urgente de nuestro tiempo", explicó el domingo el papa, cuyo pontificado se ha visto ensombrecido por la multiplicación de denuncias en Estados Unidos, Chile, Australia o España.
"Es el momento de la verdad. Aunque dé miedo y nos humille", reconoció el arzobispo maltés Charles Scicluna, entre los mayores expertos sobre el tema y uno de los organizadores de la cumbre.
La jornada del jueves se abrirá con un momento de oración seguido de un video con testimonios de víctimas y una introducción del papa, para luego entrar en el tema de la responsabilidad.
"El primer paso debe ser reconocer la verdad de lo que ha sucedido", subrayó recientemente el mismo papa argentino en una clara invitación al clero a asumir las propias fallas.
Desde que estallaron los primeros escándalos hace unos 35 años, la jerarquía de la Iglesia católica ha tomado una serie de medidas preventivas, adoptado leyes, pedido perdón y lanzado condenas, pero sin lograr que desaparezca la llamada "cultura del encubrimiento", es decir la tendencia a mantenerlo todo en secreto y considerar al cura abusador como un hermano al que se le debe lealtad.
Medidas contundentes
Las leyes canónicas reconocen un vínculo teológico, como el que se tiene con el padre, entre el obispo y sus sacerdotes, lo que representa un aspecto muy difícil de cambiar, explicó el alemán Hans Zollner al hablar de los principios que rigen a los más de 5.000 obispos con los que cuenta hoy en día la Iglesia católica.
Es justamente el tema de la rendición de cuentas el que se abordará el viernes, mientras el sábado se hablará de la transparencia.
El discurso que pronunciará el papa el domingo como conclusión del encuentro ha provocado muchas expectativas.
Pese a la mano dura prometida y a la introducción del delito contra menores al inicio del pontificado, Francisco no ha logrado en estos seis años el apoyo concreto de los episcopados para combatir la pederastia con armas judiciales civiles.
Los organizadores de la cumbre esperan por ello que anuncie una serie de medidas a corto, mediano y largo plazo.
Medidas que para las víctimas y las organizaciones que los representan, no pueden esperar.
"Pedimos que se apliquen con rigor y rápido las leyes que existen, la tolerancia cero. Que se entreguen esos criminales a la justicia civil. No sólo a los que abusan sino también a los que encubren", clamó el chileno Juan Carlos Cruz, una de las doce víctimas de varias partes del mundo recibidas el miércoles en el Vaticano.
Por ello, paralelamente a la cumbre vaticana, han organizado una contra-cumbre en Roma con víctimas de todos los continentes que cuenta con el apoyo de organizaciones internacionales antipederastia como Snap y Eca, y que incluye conferencias, marchas y vigilias.
"El tiempo de las palabras ha pasado. Queremos actos concretos, ver aplicar medidas contundentes en pocas semanas", resumió el italiano Francesco Zanardi, de la Red L'Abuso.