Este domingo, el Santo Sudario de Turín volvió a ser exhibido en la catedral de la ciudad italiana.

El público podrá contemplar el manto de lino, de 4,4 metros de largo, hasta el 24 de junio.

Las entradas son gratuitas pero es necesario hacer una reserva y por el momento ya se ha registrado más de un millón de personas.

Algunos devotos creen que el sudario, en el que se define la imagen de un rostro ensangrentado, fue utilizado para envolver a Jesús después de haber sido bajado de la cruz.

Sin embargo, en 1988, científicos de tres universidades concluyeron que la tela era del siglo XI o XII, por lo que no podía ser el manto de Jesús.

Visita del Papa

El papa Francisco será uno de los que acudan a Turín para ver el manto, durante una visita a la ciudad del norte de Italia el 21 de junio.

La última vez que se expuso el manto al público fue en 2010, cuando 2,5 millones de personas fueron a verlo.

La Iglesia católica no ha afirmado oficialmente que el cuerpo de Cristo fue envuelto en el sudario, y en su lugar ha preferido centrarse en lo que el manto significa para quienes lo ven.

"Creas o no, no hay duda de que es algo especial", le dijo a la agencia de noticias AFP un italiano que se encontraba entre los primeros visitantes este domingo.

Esta misma semana el arzobispo de Turín, Cesare Nosiglia, indicaba por qué el manto es importante: "Lo que más importa es que este sudario... refleja de una manera precisa y clara cómo el Evangelio describe la pasión y muerte de Jesús".

"No es una profesión de fe porque no es un objeto de fe, ni de devoción, pero puede ayudar a la fe", agregó.

El arzobispo Nosiglia dijo que muchos visitantes serán personas que ya lo han visto anteriormente.

"Eso indica que hay una necesidad fundamental en los corazones de la gente para volver a tener esta experiencia increíble que ya tuvieron la primera vez que lo vieron", dijo.

"Vendrá incluso gente que no cree. Es una ocasión para unir a todos".

El sudario será mostrado en una caja especialmente acondicionada durante 12 horas al día en la Catedral de San Juan Bautista de Turín.

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